Para los cobardes pretextos sobran para cometer fechorías que no admitan excusa. Fue el caso de los porros enmascarados que atacaron la Torre de Rectoría de Ciudad Universitaria.

Vimos a mujeres y hombres atacar con saña inaudita las instalaciones universitarias usando martillos de punta para romper los ventanales de Rectoría; otras(os) pintarrajeando muros dirigidos a las autoridades con reclamos soeces propios de su cobardía.

Los vimos golpear a los guardias de vigilancia de CU; atacar a los reporteros y camarógrafos de diversos medios destruyendo las cámaras fotográficas y de video y golpeándolos con bastones de ataque de artes marciales.

Nadie pudo defender y proteger a CU de los porros, todos ellos responsables de los daños causados a las instalaciones universitarias y del paro absurdo de las actividades académicas en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, en protesta a que la UNAM no los apoyo del ataque de los porros de que fueron víctimas los estudiantes del CCH de Azcapotzalco, hace justamente un año; así como su desacuerdo a que Ricardo Anaya participe como académico en un diplomado coordinado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

A través de un comunicado, la UNAM informó que levantó las actas correspondientes ante las autoridades judiciales por los daños causados en contra de quienes resulten responsables.

La UNAM calificó lo ocurrido como una “burda provocación montada” en contra de la Universidad, que busca “desvirtuar el legitimo derecho de la manifestación pacífica”; al tiempo que pretende generar una falsa percepción de un ambiente de desestabilización que no corresponde a la realidad de esta casa de estudios”.

En efecto, el pretexto usado por los vándalos para justificar su barbarie es patético y burdo. Recordemos cuando se planteo la Reforma Universitaria, que dio origen a una tenebrosa trama urdida tras los muros universitarios contra las autoridades, y que apunto como un conflicto de graves consecuencias, pero que se desestimo, a fin de calmar los desbordes.

El costo de aquella decisión fue alto y aun lo lamentamos en el presente difícil, debido a los evidentes y negativos resultados que dejo, como fue el lamentable nivel académico de aquella etapa.

En aquella ocasión, la excelencia universitaria quedó muy distante de los retos de superación permanente para ser mejores y aptos y poder competir en cualquier plano.

En consecuencia, por todo lo que ha enfrentado la UNAM y al surgir de nueva cuenta el vandalismo escondido tras la máscara de la cobardía y atacar con odio y violencia la Ciudad Universitaria; los universitarios debemos proteger a la UNAM denunciando y condenando la barbarie de los porros que intentan desestabilizar la vida universitaria.

Queda claro que las salvajes provocaciones fueron dirigidas contra el Rector Enrique Graue, a fin de golpear su candidatura la cual marcha segura y firme para un segundo periodo al frente de la Rectoría.