Salvador Reza
Phoenix, Aztlán
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(Donde vive el espíritu de la verdad)
El teatro político en Washington D.C. se aproxima a la escena principal que se da cada cuatro años donde el Elefante Republicano y el Burro Demócrata dan vueltas y vueltas para entretener al público mientras los dueños del circo siguen contando el dinero en Wall Street y el manejador en turno Donald Trump enfrenta a los entrenadores que se quejan del maltrato y las condiciones de trabajo a lo que el los ha sometido.
Los partidos del Elefante y el Burro están divididos, a los elefantes les gusta estar atados de una pata mientras le den su comida diaria, les den su lavada diaria, y los presenten ante el público como defensores de los leones y pumas que rondan el circo. El burro se queja de que los disfracen de zebra cuando su legado es ser el animal que llevo a Cristo en el lomo el día de Palma.
Es por esa razón que el Burro enfrenta al manejador Donald Trump por diablo abusador de su poder y mentiroso ante el público que siempre a adorado al burro por ser amigo del ser humano cargando con lo que le pongan en su lomo.
Al manejador del circo, Donald Trump, no le gusta que se le rebelen los animales y ha enviado a sus entrenadores a latigar a todo animal que se quiera aliar con el burro disfrazado de Zebra.
O sea el burro no es salvaje como la Zebra que no se pinta rayas para despistar a los depredadores y el no quiere que lo confundan como animal salvaje que puede ser comida fácil para las bestias del circo.
Como a Donald Trump, el manejador, no le gusta que se le rebelen ha decidido darle una lección a la cirquera de la cuerda floja Nancy Pelosi por hacer pensar al burro que porque llevó a Jesucristo en el lomo, es sagrado.
Además, el tiene al elefante gigante que lanza leones con su Trumpa hasta las jaulas como lo hizo con el Chapo Guzmán, y no va permitir que un burro con pezuñas se atreva a tirarle patadas al pesebre que el ahora ocupa apoyado por todos los religiosos que lo han confundido como el Mesías.
Fueron los fieles evangélicos que le han perdonado todos sus pecados diabólicos ahora que es el que controla a todos los payasos, trapecistas, y traga fuegos porque él si sabe entretener las masas fieles a las mentiras históricas que se propagan de generación en generación a través de los circos mundiales sobre el que Donald Trump ahora piensa que reina.
El juicio político contra Donald Trump está en su apogeo y ahora su propio jefe de seguridad John Bolton lo está acusando de poner en peligro la seguridad del circo al negarle ayuda a las bestias que hacen posible que el circo viva en paz y no desobedezcan por andar hambrientos.
Con hambre se pueden comer a los pobres burros especialmente cuando el pobre ya no sabe si es zebra o burro; el burro solo puede sobrevivir si tiene la protección de su amo.
Solo, el burro en la maleza mundial, el Oso Ruso fácilmente se lo comería, porque al Oso Vladimir no lo confunden las rayas, el sabe muy bien que cuando la burra es parda es porque tiene los pelos en la mano; trucos estilo Tijuana no lo impresionan con burros pintados de Zebra.
Posiblemente el Elefante, el verdadero Rey de la Selva proteja al cirquero Donald Trump, pero ya las bestias andan sueltas y el patrón de Donald Trump en Wall Street está nervioso. Cualquier cosa puede pasar cuando se te voltea el ex-jefe de seguridad John Bolton.
El que le entre al circo, que lo haga bajo su propio riesgo. Si no creen, pregunten al Peje.