Aunque aumenta la presión para aclarar escándalo de Jeffrey Epstein, el Congreso, con liderazgo republicano se va de vacaciones. Foto: Cortesía / Redes Sociales
En una jugada política sin precedentes, el liderazgo republicano de la Cámara de Representantes canceló votaciones clave y adelantó el receso veraniego mientras crecían las exigencias bipartidistas para desclasificar archivos de Jeffrey Epstein, incumpliendo así la promesa de Donald Trump a su base MAGA de “perseguir al Estado Profundo” vinculado al caso.
Esta semana, el presidente de la Cámara, Mike Johnson, anunció la suspensión inmediata de actividades legislativas, eliminando la votación programada para ese día y cerrando sesiones hasta septiembre.
La medida, calificada por Johnson como necesaria para evitar “juegos políticos”— coincidió con dos eventos críticos como la aprobación en comité de una citación a Ghislaine Maxwell impulsada por el republicano Tim Burchett y la inminente votación de una iniciativa bipartidista que obligaría a la fiscalía a divulgar documentos de Epstein.
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“Estamos bloqueando la capacidad del Congreso para ejercer supervisión”, denunció un asistente legislativo.
El representante Burchett, aliado de Trump, había justificado horas antes la citación a Maxwell: “Ayudará al pueblo estadounidense a entender cómo Epstein actuó impunemente”.
Las contradicciones de Trump
Mientras su partido frenaba la investigación en el Congreso, Trump enfrentaba preguntas directas sobre el avance del Departamento de Justicia (DOJ, por sus siglas en inglés) para entrevistar a Maxwell.
Su respuesta fue evasiva: “No sé nada al respecto… Suena apropiado, sí”, para luego desviar la atención: “La verdadera noticia es lo que se dio a conocer sobre la ‘traición de Barak Hussein Obama en el caso de Rusia”.
El contraste con sus promesas de campaña era flagrante, pues en Truth Social, Trump escribió: “He pedido al DOJ liberar todo testimonio del Gran Jurado sobre Epstein”, pero inmediatamente desacreditó a quienes exigían más transparencia: “Nada bastará a los alborotadores y lunáticos radicales de izquierda”. La frase “alborotadores” (troublemakers) incluiría a sectores de su propia base MAGA, según confirmaron asesores presidenciales.
Un día antes del cierre congresional, el senador Dick Durbin (demócrata) reveló que 1,000 agentes del FBI recibieron órdenes de “marcar registros que mencionaran a Trump” durante la revisión de 100,000 documentos de Epstein en marzo. En cartas a la fiscal general Pam Bondi y al director del FBI, Durbin exigió explicaciones sobre:
¿Quién autorizó la instrucción? ¿Por qué se asignó a personal inexperto? Y el destino de los documentos “marcados”.
La Casa Blanca negó conocimiento: “No creo que estuvieran al tanto”, declaró la portavoz Karoline Leavitt. El FBI se negó a comentar.
Mientras el Congreso cerraba sus puertas, el DOJ anunció gestiones para desclasificar transcripciones del gran jurado del caso Maxwell, donde el juez Paul Engelmayer fijó un proceso de meses: Maxwell y víctimas tienen hasta el 5 de agosto para oponerse a la divulgación, sin embargo, expertos legales advirtieron que es improbable revelar “pruebas contundentes” contra figuras poderosas.
“Es una cortina de humo. Se anuncia lo mínimo para apaciguar, mientras se entierra lo sustancial”, señaló un exfiscal federal.
Entre la decepción y la negación
La desconexión entre las promesas y las acciones genera fisuras. Representantes republicanos como Matt Gaetz y Marjorie Taylor Greene, habituales aliados de Trump, se sumaron al coro crítico. “Si no hay nada que ocultar, liberen todo”, exigió Greene en Fox News.
Mientras, en foros conservadores como The Donald, usuarios expresaban desencanto: “¿Por qué protegen a los elites si prometieron limpiar el pantano?”. Otros, en cambio, justifican las maniobras: “Trump sabe que los jueces liberales bloquearán todo”.
El caso Epstein sigue obsesionando a Washington no por lo que revela, sino por lo que oculta.
La muerte del financiero en 2019, las conexiones con figuras como Bill Clinton y el príncipe Andrés, y la reciente polémica por una carta supuestamente enviada por Trump con un “boceto de mujer desnuda”, que desató una demanda de $10 mil millones contra el Wall Street Journal, alimentan teorías de encubrimiento sistémico.
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Lo innegable es el costo político: la promesa de “cazar al Estado Profundo” que movilizó a MAGA en 2024 se transformó en maniobras de obstrucción que ahora unen a demócratas y republicanos disidentes en la demanda de una palabra: transparencia.
Mientras el Congreso permanezca cerrado, esa palabra resonará como un eco en los pasillos vacíos de Capitol Hill.