Además del diabetes, el azúcar en exceso puede reducir la vida sexual, señalan expertos en la salud, por lo que llaman a moderar su consumo. Foto: Cortesía / Freepik
Mientras saboreamos un helado o un pastel, pocos imaginamos que ese placer momentáneo podría erosionar nuestra intimidad, sin embargo, la ciencia revela una conexión alarmante: el exceso de azúcar en sangre no solo causa diabetes, que afecta a 38 millones de estadounidenses, con uno de cada cuatro sin diagnosticar, sino que daña silenciosamente la salud sexual en hombres y mujeres por igual.
En hombres, la glucosa elevada daña nervios y vasos sanguíneos esenciales para las erecciones, provocando disfunción eréctil incluso antes de un diagnóstico formal, además, reduce los niveles de testosterona, minando la libido y la energía.
“Para muchos de mis pacientes, la primera señal no fue sed o fatiga, sino problemas en la intimidad”, revela un cirujano en el análisis.
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En mujeres, el impacto es igualmente grave: desequilibrios hormonales y reducción del flujo sanguíneo causan resequedad vaginal, dolor durante el sexo e infecciones urinarias recurrentes, síntomas que a menudo se atribuyen erróneamente al envejecimiento o el estrés.
El tratamiento tradicional con metformina, que reduce la producción hepática de glucosa, ha dado paso a los agonistas GLP-1 (semaglutida, liraglutida).
Desarrollados inicialmente para diabetes tipo 2, ahora son demandados masivamente para pérdida de peso; un estudio preliminar muestra su efecto secundario positivo: en 110 hombres tratados con GLP-1 durante 18 meses, los niveles normales de testosterona aumentaron del 53% al 77% tras una pérdida promedio del 10% de peso corporal.
Pese a estos datos, los expertos advierten que estos fármacos no sustituyen cambios profundos: “Controlar el peso y el azúcar tiene efectos dominó en casi todos los aspectos de la salud”, señala la investigación.
Prevención subestimada
La Asociación Americana de Diabetes define parámetros clave: glucosa en ayunas normal (<100 mg/dL), prediabetes (100-125 mg/dL) y diabetes (≥126 mg/dL). La hemoglobina A1c —indicador de tres meses— debería mantenerse bajo 5.7% para evitar riesgos.
Más allá de los números, la solución radica en hábitos: ejercicio regular mejora la sensibilidad a la insulina y el flujo sanguíneo; dietas ricas en fibra estabilizan la glucosa; y dormir bien regula hormonas.
Como concluye el análisis: “Antes de recurrir a medicamentos, no subestimes lo que los cambios constantes en el estilo de vida pueden hacer por toda tu vida”.
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El texto abre con una imagen elocuente: un escritor acompañado de su “tazón de helado de vainilla”, esta contradicción cotidiana sintetiza el desafío: el azúcar ofrece consuelo instantáneo mientras socava el bienestar futuro.
Hoy, cuando los GLP-1 prometen atajos, los especialistas insisten en abordar la raíz: “¿Qué pasaría si prestáramos más atención a nuestro gusto por el azúcar y sus efectos en el metabolismo y la sexualidad?”.