Peligroso enfriamiento del mercado laboral, otra clara señal de una mala economía, advierten expertos. Foto: Cortesía / Freepik
La más reciente publicación de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés) ha revelado un marcado enfriamiento del mercado laboral estadounidense, con la creación de apenas 22,000 empleos no agropecuarios durante agosto, cifra muy por debajo de las expectativas de los analistas que proyectaban 75,000 nuevos puestos.
El desempleo se incrementó al 4.3%, alcanzando su nivel más alto desde octubre de 2021.
Estos datos adversos llegaron exactamente un mes después de que el presidente Donald Trump despidiera a la comisionada del BLS, Erika McEntarfer, argumentando manipulación de las cifras laborales durante los últimos meses del mandato de Joe Biden, una acusación que economistas y exfuncionarios han calificado como infundada.
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La respuesta de Trump no se hizo esperar y a través de su plataforma Truth Social, el presidente culpó directamente a la Reserva Federal y a su presidente, Jerome Powell: “Jerome ‘Tardío’ Powell debería haber bajado los tipos hace mucho tiempo. Como siempre, ¡llega demasiado tarde!”.
Esta declaración forma parte de una presión constante de la administración Trump sobre la Fed para recortar las tasas de interés, argumentando que su política monetaria restrictiva está frenando artificialmente la economía.
Kevin Hassett, principal asesor económico de la Casa Blanca, respaldó esta postura afirmando que “todo el empleo creado bajo este gobierno ha sido para trabajadores nacidos en Estados Unidos”.
El reporte de agosto mostró que el sector salud fue el único con una contratación significativa (31,000 empleos), aunque por debajo de su promedio anual.
Estas ganancias fueron contrarrestadas por pérdidas en el gobierno federal (-15,000 empleos), minería (-6,000) y manufactura (-12,000).
Además, las revisiones de meses anteriores empeoraron el panorama: junio registró una pérdida neta de 13,000 empleos, la primera desde diciembre de 2020.
Nancy Vanden Houten, economista en jefe de Oxford Economics, señaló que “el debilitamiento del mercado laboral pintado por los datos de empleo de agosto asegura un recorte de tasas en la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto más adelante este mes”.
El despido de McEntarfer y la posterior nominación de E.J. Antoni, crítico abierto de la metodología del BLS que ha calificado las estadísticas de la agencia como “tonterías falsas”, ha generado preocupación entre expertos sobre la independencia de la institución.
Erica Groshen, excomisionada del BLS, declaró: “Me shockeó y entristeció el despido sin precedentes de la comisionada en respuesta a noticias que fueron desagradables para el presidente. Estoy preocupada por su efecto en el BLS, el sistema estadístico y el país en general cuyo acceso a información confiable puede sufrir”.
Antoni ha sugerido incluso la eliminación del reporte mensual de empleo, medida que economistas consideraría peligrosa para la transparencia de datos.
El contexto actual muestra una economía en claro enfriamiento, pues las revisiones combinadas de junio y julio resultaron en 21,000 empleos menos de lo reportado inicialmente, mientras que el número de desempleados (7.4 millones) superó por primera vez desde 2021 las vacantes laborales (7.18 millones).
Mark Zandi, economista jefe de Moody’s, había advertido antes del reporte: “Con las revisiones, es concebible que las recientes magras ganancias de empleo se conviertan en pérdidas. Si es así, habrá un debate legítimo sobre si la economía ya está en recesión”.
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La respuesta de la Fed se anticipa crucial, con un 89% de probabilidad de recorte de tasas en septiembre según los mercados.
Esta situación representa un desafío significativo para la administración Trump, cuyas políticas de aranceles y restricciones migratorias son señaladas por analistas como factores contribuyentes al enfriamiento económico.
Con elecciones legislativas en 2026, el desempeño del mercado laboral podría determinar el futuro político del presidente y su partido, mientras la credibilidad de las instituciones estadísticas enfrenta su prueba más dura en décadas.