Pese a que su inobjetable triunfo se dio hace más de 2 semanas y que ya se encuentra en Washington, Adelita Grijalva sigue sin ser juramentada. CORTESIA: Adelita Grijalva
En medio de un cierre del gobierno federal que mantiene a Estados Unidos en vilo, una batalla política de altas consecuencias se desarrolla en la Cámara de Representantes, donde la congresista electa por Arizona, Adelita Grijalva, lleva más de dos semanas esperando para ser juramentada.
La demora, impuesta por el presidente de la Cámara, el republicano Mike Johnson, ha desatado acusaciones de que su objetivo real es evitar que Grijalva proporcione el voto decisivo para forzar la divulgación pública de los archivos del caso Jeffrey Epstein, una medida que cuenta con un apoyo bipartidista.
Grijalva, quien ganó una elección especial el 23 de septiembre para suceder a su difunto padre en el escaño del séptimo distrito de Arizona, ha visto cómo su juramentación fue pospuesta en múltiples ocasiones.
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Aunque Johnson declaró en una conferencia de prensa que programaría la ceremonia “tan pronto como ella quiera” y afirmó que la demora “no tiene nada que ver” con la petición de los archivos de Epstein, sus acciones han contradicho sus palabras.
Mientras el gobierno permanece cerrado, la Cámara ha estado realizando sesiones “pro forma”, breves reuniones procedimentales y sin embargo, Johnson se ha negado a juramentar a Grijalva en estas sesiones, a pesar de existir el precedente de que dos congresistas republicanos de Florida, Jimmy Patronis y Randy Fine, fueron juramentados durante una sesión “pro forma” el mismo día siguiente a sus victorias electorales en abril .
El impacto de esta demora es concreto para los ciudadanos y en una carta a Johnson, Grijalva detalló que la situación “está privando a la gente del sur de Arizona de servicios esenciales para los constituyentes”.
La congresista electa explicó que no puede contratar personal, abrir oficinas en su distrito ni responder a las preocupaciones de la ciudadanía, una falla crítica durante un paro gubernamental cuando los votantes necesitan más orientación.
Más de 180 miembros del Congreso, liderados por el Caucus Hispano, han exigido a Johnson que ponga fin a lo que consideran un “doble rasero” y proceda con la juramentación inmediata .
En el centro de la controversia está una maniobra legislativa conocida como “petición de descargo” de un grupo bipartidista de congresistas, encabezado por el republicano Thomas Massie y el demócrata Ro Khanna, que ha estado recabando firmas para forzar un voto plenario que obligue al Departamento de Justicia a divulgar los archivos de Epstein.
Actualmente, la petición cuenta con 217 firmas: las de los 213 demócratas en funciones y las de cuatro republicanos; la firma de Adelita Grijalva sería la 218, la crucial mayoría necesaria para sacar la medida adelante y eludir el control de la agenda por parte del liderazgo republicano.
Esta circunstancia única ha llevado a figuras como la representante republicana MarjorieTaylor Greene a cuestionar la demora, señalando en una entrevista con Axios que “el no estar en sesión ciertamente evita la petición de descargo sobre Epstein, que nunca he entendido por qué hay que ocultarla” .
Mientras Johnson insiste en que Grijalva será juramentada “tan pronto como la Cámara vuelva a estar en sesión” y culpa al cierre del gobierno, los demócratas y algunos republicanos disidentes ven una motivación política transparente.
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La congresista electa Grijalva, por su parte, resume la frustración de quienes esperan representación: “La gente del séptimo distrito de Arizona no debería tener que esperar más para tener una voz en su Cámara” .
El desenlace de este forcejeo no solo definirá el acceso a información crucial sobre un caso de alto perfil, sino que pondrá a prueba los principios de igualdad representativa y la autonomía procedural del Congreso estadounidense.