El desafío central para los agricultores, especialmente los de soja, ha sido la severa pérdida de mercados de exportación debido a las disputas arancelarias. CORTESIA: Freepik
Anuncian inversión de 12 billones de ingresos de los propios aranceles
El gobierno de Donald Trump anunció un paquete de ayuda agrícola de doce mil millones de dólares, una medida diseñada para estabilizar un sector golpeado por las consecuencias de las tensiones comerciales y la inflación.
Irónicamente, este programa de “pagos puente” derivado de los ingresos por aranceles busca ofrecer un alivio inmediato a los cultivadores, tras la caída en los precios de las cosechas y el aumento de los costos de producción derivados de los propios aranceles.
La iniciativa llega en un contexto de creciente presión política, marcado por el descontento en las comunidades rurales y la preocupación de los votantes por los precios de los alimentos y sigue siendo mucho menor a los 40 mil millones destinados al rescate de Argentina y otorgados su presidente Javier Milei.
Analistas económicos señalan que las políticas comerciales del presidente, caracterizadas por aranceles elevados y restricciones a la mano de obra migrante, han contribuido directamente al aumento generalizado de los precios.
Datos oficiales muestran un incremento sostenido en el costo de los comestibles, contradiciendo las afirmaciones que atribuyen la inflación solo a sectores específicos.
En este escenario, el paquete de doce mil millones es visto por muchos como un necesario salvavidas, pero también como un reconocimiento tácito del daño colateral de las guerras comerciales.
De los doce mil millones anunciados, once mil millones se destinarán de manera inmediata al Programa de Asistencia Puente para Agricultores; este fondo está específicamente dirigido a productores de cultivos básicos como soja, maíz, algodón y trigo.
Los pagos se calcularán mediante una fórmula uniforme basada en datos históricos de siembra, y se tiene previsto que los desembolsos se completen a más tardar el 28 de febrero de 2026 y para poder calificar, los agricultores deben reportar oficialmente sus acres plantados antes del 19 de diciembre del año en curso.
Los mil millones de dólares restantes se han reservado para apoyar a los productores de cultivos especializados, aunque los criterios y el mecanismo de distribución de estos fondos aún se están definiendo por parte del Departamento de Agricultura.
La asistencia llega en un momento políticamente sensible, dado que el sector agrícola ha constituido una base de apoyo electoral crucial para el presidente.
“Con este pago puente, podremos cultivar un año más”, afirmó con esperanza el agricultor de Iowa, Cordt Holub, durante el evento de anuncio en la Casa Blanca.
Sin embargo, muchos dentro del sector perciben esta ayuda como un paliativo temporal que no aborda los problemas estructurales.
“Es un comienzo, pero necesitamos que nuestros mercados funcionen. De allí queremos obtener nuestro sustento”, expresó Caleb Ragland, presidente de la Asociación Estadounidense de la Soja, reflejando un sentimiento generalizado.
El desafío central para los agricultores, especialmente los de soja, ha sido la severa pérdida de mercados de exportación debido a las disputas arancelarias.
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Aunque las compras chinas se reactivaron tras un acuerdo alcanzado en octubre, el volumen de importaciones se mantiene muy por debajo de los niveles históricos y de lo inicialmente prometido.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, justificó la necesidad del paquete de ayuda al afirmar que “los chinos usaron a nuestros agricultores de soja como peones en las negociaciones comerciales”.
Esta dinámica ha dejado a los productores en una situación de gran incertidumbre, dependiendo más de la ayuda federal que de los precios del mercado internacional.
La crisis afecta de manera desigual a los agricultores, siendo los más vulnerables los más jóvenes y aquellos que alquilan la tierra, pues carecen del capital o la plusvalía para absorber las pérdidas.
Algunos, como el agricultor de Iowa Robb Ewoldt, se ven forzados a vender equipamiento o buscar trabajos alternativos para mantenerse a flote.
En contraste, agricultores más establecidos y con mayores recursos, como el cuarta generación Darin Johnson de Minnesota, expresan mayor confianza en poder superar la crisis usando sus reservas de capital.
Esta divergencia subraya el riesgo de una mayor consolidación de la tierra en manos de grandes operadores industriales.
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Paralelamente a la ayuda financiera, la administración Trump ha iniciado acciones para abordar las quejas sobre los altos costos en la cadena de suministro alimentario.
El presidente firmó una orden ejecutiva que instruye al Departamento de Justicia y a la Comisión Federal de Comercio a investigar prácticas anticompetitivas y esta investigación se centrará en sectores clave como el procesamiento de carne, las semillas, los fertilizantes y la maquinaria agrícola.
Además, el Departamento de Justicia lleva a cabo una investigación separada sobre los cuatro principales empacadores de carne, acusados de inflar los precios de la carne para los consumidores.












