Una fractura republicana fuerza una votación sobre la cobertura de ACA, conocida como ‘Obamacare’ que divide al Congreso. Foto: Cortesía / Freepik
Una inusual rebelión dentro del Partido Republicano ha puesto en jaque la agenda de su propio liderazgo en la Cámara de Representantes y cuatro congresistas republicanos se unieron a los demócratas para forzar una votación sobre la extensión de los subsidios del Acta de Salud Asequible (ACA, por sus siglas en inglés), conocidos como Obamacare.
Esta maniobra, mediante una “petición de descargo”, representa un duro revés para el portavoz Mike Johnson y subraya la profunda ansiedad que genera el costo de la salud.
Los republicanos disidentes, Brian Fitzpatrick, Mike Lawler, Rob Bresnahan y Ryan Mackenzie, argumentan que el liderazgo les negó una votación justa sobre un compromiso bipartidista.
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“La única cosa peor que una extensión limpia… sería la expiración”, declaró Fitzpatrick, quien acusó a los líderes de forzar este resultado.
Por su parte, el líder demócrata Hakeem Jeffries calificó la petición como “el camino más directo” para evitar que millones pierdan su cobertura con Obamacare.
Este forcejeo ocurre cuando los créditos fiscales que hacen asequibles los planes del mercado de seguros del ACA (Obamacare) expiran el 31 de diciembre y sin ellos, se estima que las primas podrían aumentar drásticamente, dejando a millones en riesgo de perder su seguro.
La medida pone de relieve que el costo de la salud es la preocupación “más urgente” para el país, con seis de cada diez estadounidenses muy preocupados por su aumento constante.
El sistema de salud estadounidense, único entre los países desarrollados por su dependencia de seguros privados, genera insatisfacción y deudas médicas generalizadas.
Los costos son abrumadores; una simple visita de emergencia puede superar los cuarenta y seis mil dólares sin seguro, y las primas anuales para cobertura familiar alcanzan un promedio elevadísimo.
Esta realidad económica explica la presión política sobre legisladores de distritos competitivos, quienes temen el impacto electoral.
Aunque la petición fuerza una votación en la Cámara, su futuro en el Senado es sombrío; el líder de la mayoría republicana, John Thune, se mostró escéptico sobre aprobar una extensión simple al Obamacare.
El presidente Donald Trump, mientras tanto, ha sugerido enviar pagos directos a las personas para que compren su propio seguro, una idea que aún carece de detalles concretos.
Mientras esta parálisis legislativa ocurre frente a un electorado que, en un 66%, cree que es responsabilidad del gobierno federal asegurar la cobertura sanitaria para todos.
La brecha partidista es profunda: el 90% de los demócratas apoyan ese rol gubernamental, frente al 41% de los republicanos, sin embargo, entre los republicanos de menores ingresos, el apoyo se dispara al 60%, revelando cómo la presión económica trasciende la ideología.
Esta dinámica puede explicar la revuelta de los republicanos moderados, quienes enfrentan a electores que pronto sentirían el impacto directo del aumento de las primas.
Más allá del debate político, la industria de la salud observa con incertidumbre y los líderes del sector citan la inflación y la escasez de mano de obra como sus principales preocupaciones a corto plazo.
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La posible expiración de los subsidios añade otra capa de volatilidad a un sistema que ya lucha con su asequibilidad y acceso para grandes sectores de la población.
El episodio revela una verdad incómoda: en un sistema de salud notoriamente complejo y costoso, las soluciones políticas suelen chocar con realidades electorales inmediatas y mientras los líderes del Congreso calculan sus próximos movimientos, millones de familias calculan, con mayor urgencia, cómo pagarán su seguro el próximo año.
La petición de descargo no es solo un procedimiento legislativo; es un síntoma de un malestar nacional que ningún partido ha logrado curar de manera efectiva y duradera, dejando en el aire el futuro de la cobertura para veintidós millones de personas.
