La batalla legislativa de Arizona será el prólogo de una contienda electoral histórica en camino a la elección de la gubernatura. Foto: Facebook Andy Biggs
La arena política de Arizona se transforma en campo de batalla y la sesión legislativa que inicia el 12 de enero es el primer acto de la crucial contienda por la gubernatura en 2026.
Los republicanos, con mayoría en el Senado, presentaron su “Plan de la Mayoría 2026” como un contrapunto directo a la gobernadora demócrata Katie Hobbs; este documento no es solo una agenda de trabajo, sino el primer discurso de campaña en una pelea que definirá el rumbo de este estado pendular.
El presidente del Senado, Warren Petersen y candidato a la Fiscalía General de Arizona, resume el ataque: “Los vetos de la gobernadora frenan el progreso”, acusándola de debilitar la economía y amenazar con convertir Arizona en California.
La retórica, sin embargo, choca con datos oficiales que pintan un panorama distinto; la oficina de Hobbs señala que Arizona agregó noventa y siete mil nuevos residentes el año pasado, con un crecimiento del 1,2% y una tasa de desempleo del 4,2%, por debajo del promedio nacional.
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Los republicanos fundamentan su crítica en un estudio de una empresa de mudanzas, cuyos métodos y datos totales han sido cuestionados por expertos; la portavoz de Hobbs, Liliana Soto, desestima estas afirmaciones como “infundadas” y urge a aprobar el paquete de recortes de impuestos para la clase media de la gobernadora.
Este enfrentamiento sobre la realidad económica del estado revela que la batalla por los hechos es tan intensa como la batalla por las políticas.
El corazón del debate legislativo será el costo de vida, una preocupación que trasciende líneas partidistas y la líder de la minoría demócrata, Priya Sundareshan, celebra que la asequibilidad sea prioridad para ambos bandos.
No obstante, el diagnóstico de la inflación los separa abismalmente y Sundareshanresponsabiliza directamente a los aranceles de Trump, calificándolos de “impuestos a productos cotidianos”.
Esta crítica estatal refleja un malestar nacional, donde solo el 31% de los estadounidenses aprueba la política económica de Trump, según una encuesta de la AP.
El plan republicano, en cambio, promete alivio mediante recortes de impuestos inspirados en la agenda nacional de Trump, una solución que los demócratas consideran insuficiente y potencialmente dañina para el acceso a la salud.
Un segundo frente, igualmente complejo, es la crisis entrelazada de vivienda y agua; los republicanos prometen “aumentar la oferta responsablemente” eliminando regulaciones que, aseguran, frenan la construcción.
Atribuyen la escasez y los altos precios a la moratoria que Hobbs impuso en 2023 a nuevos desarrollos que dependen únicamente de aguas subterráneas en ciertas zonas.
La demócrata Sundareshan argumenta que este discurso es engañoso, pues muchos proyectos pueden avanzar si demuestran una reserva hídrica sostenible para cien años y la solución real, más que eliminar salvaguardas, requiere una política integrada basada en datos para un recurso cada vez más escaso, en un estado que lucha por su porción del agua del Río Colorado.
Esta pugna legislativa ocurre bajo la larga sombra de la campaña electoral por la gubernatura; Hobbs, quien anunció oficialmente su reelección en octubre de 2025, centra su mensaje en su gestión y la defensa de los intereses de Arizona.
Su historial, que incluye convertir un déficit presupuestario en superávit y generar miles de empleos, será su principal argumento frente a un electorado cansado de la polarización.
Los analistas clasifican la contienda como una de las más reñidas del país, un verdadero “volado” donde cada decisión en el capitolio estatal puede inclinar la balanza.
En el bando republicano, la primaria de agosto de 2026 promete ser una batalla campal ylos principales contendientes son el congresista Andy Biggs, la empresaria Karrin Taylor Robson y el también congresista David Schweikert.
Biggs, quien lidera consistentemente en las encuestas primarias y Taylor Robson, quienesafirman contar con el respaldo de Trump, aunque representan distintas facciones del partido.
El ganador deberá unificar a una base dividida para presentar un frente sólido contra Hobbs en noviembre, en una elección que también servirá como referéndum sobre el impacto de las políticas de Trump en un estado clave.
Más allá de la economía y el agua, el plan republicano despliega una agenda cultural conservadora que garantizará choques y vetos; incluye apoyar el extenso programa de vales escolares, restringir el acceso de estudiantes trans a instalaciones escolares, y hacer más difícil el voto por correo en nombre de la integridad electoral.
Cada uno de estos temas moviliza a las bases respectivas pero profundiza la división, haciendo casi imposible el consenso en un legislativo dominado por el antagonismo político.
La promesa republicana de “proteger los derechos de los padres” y “eliminar la política divisiva de las aulas” resuena en su electorado, pero es rechazada frontalmente por los demócratas como un ataque a la inclusión.
La retórica sobre “seguridad” también será omnipresente, abarcando desde la reforma al sistema de justicia hasta la frontera; los republicanos prometen “asegurar la frontera y apoyar a las fuerzas del orden”, alineándose con la postura dura de la administración Trump.
Este enfoque busca capitalizar una preocupación constante en Arizona, aunque los demócratas acusan a sus rivales de preferir el gesto político sobre soluciones legislativas prácticas y bipartidistas.
La propia Hobbs ha posicionado la seguridad fronteriza como un pilar de su campaña, buscando neutralizar la tradicional ventaja republicana en el tema.
Al final, la sesión legislativa de 2026 en Arizona es mucho más que un período de gobierno; es el prólogo de una elección decisiva, un teatro donde cada iniciativa y cada veto son discursos de campaña amplificados.
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Los republicanos intentarán forzar a Hobbs a bloquear propuestas populares, como recortes de impuestos, para pintarla como una obstructora ideológica; ella, en cambio, se presentará como un dique necesario contra una agenda extrema, apelando al electorado independiente cuyo descontento es la gran incógnita de noviembre.
Este forcejeo político, tan árido y áspero como el desierto de Arizona, revela la profunda fractura de un estado que ya no es rojo ni azul, sino un púrpura intenso y conflictivo; aquí, la batalla por el poder se libra en los extremos, donde la moderación y el consenso parecen recursos tan escasos y preciados como el agua.
El resultado definirá no solo el futuro de Katie Hobbs, sino el tono de la política en un estado que puede decidir el control del Congreso en 2026.












