Los cinco tripulantes de ambas aeronaves fueron rescatados con vida y se encuentran en condición estable tras el accidente. Foto: Cortesía / X
Un caza F/A-18F Super Hornet y un helicóptero MH-60R Seahawk, ambos operados desde el portaaviones USS Nimitz, se estrellaron en el Mar de la China Meridional con apenas treinta minutos de diferencia el domingo, en un incidente que ha centrado la atención sobre una serie reciente de accidentes militares.
Los cinco tripulantes de ambas aeronaves fueron rescatados con vida y se encuentran en condición estable, según confirmó la Flota del Pacífico de Estados Unidos, la cual ha iniciado una investigación para determinar las causas de ambos siniestros.
Este doble incidente ocurre en un contexto de tensión geopolítica en una de las vías marítimas más disputadas del mundo, donde Estados Unidos mantiene una presencia constante para contrarrestar las reclamaciones de soberanía de China.
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Además, el incidente ocurre durante la gira diplomática del presidente Donald Trump por Asia, quien se refirió a los accidentes calificandolos como “muy inusuales” y sugiriendo un posible problema con el combustible como causa potencial.
Los accidentes del domingo no son hechos aislados, sino que forman parte de una preocupante tendencia de percances aéreos navales.
Solamente en los últimos diez meses, la Armada ha perdido al menos seis aviones F/A-18, incluido un Super Hornet que se estrelló frente a las costas de Virginia durante un vuelo de entrenamiento en agosto.
Otros incidentes notables incluyen un F/A-18 que se deslizó desde la cubierta del portaaviones USS Harry S. Truman al Mar Rojo en abril, y otro que cayó al mar desde la misma nave en mayo tras una falla en el sistema de arresto durante el aterrizaje.
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El portaaviones desde el cual operaban las aeronaves accidentadas, el USS Nimitz, es el más antiguo en servicio activo en la flota estadounidense y se encuentra en su último despliegue antes de su retiro definitivo, programado para el año 2026 después de más de cincuenta años de servicio.
Esta nave, que actualmente regresa a su puerto base tras un despliegue en Oriente Medio, representa el cierre simbólico de una era para la Armada.
Los datos del Comando de Seguridad Naval indican que la Marina experimentó un incremento en percances graves durante el año fiscal 2024, registrando la mayor cantidad de accidentes navales de clase A en una década, lo que proporciona un contexto más amplio para este último incidente.
Esta serie de eventos desafortunados se enmarca en un momento de creciente tensión internacional y de profundos cuestionamientos públicos sobre la gestión y la transparencia del establecimiento de defensa estadounidense.












