Jacoby Brissett ha dirigido una ofensiva notablemente más eficiente, incluso en la derrota. CORTESIA: Arizona Cardinals / Facebook
La temporada 2025 de los Arizona Cardinals se ha convertido en un fascinante drama deportivo, cuyo desenlace gira en torno a la figura del mariscal de campo Kyler Murray; la franquicia enfrenta una encrucijada decisiva, con una inversión financiera monumental y el rendimiento del equipo en juego, lo que genera un intenso escrutinio sobre el quarterback titular.
Con un récord de dos victorias y cinco derrotas, y ubicados en el cuarto lugar de la división NFC Oeste, los Cardinals llegan a su semana de descanso sumidos en una racha de cinco pérdidas consecutivas.
La lesión en el tobillo que sufrió Murray durante la sexta semana, que lo obligó a perderse un partido, y el sólido desempeño de su suplente, Jacoby Brissett, han avivado un debate inevitable sobre la titularidad.
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Brissett ha dirigido una ofensiva notablemente más eficiente, incluso en la derrota; su capacidad para mantenerse en la bolsa y lanzar el balón profundo ha sido un factor clave, a pesar de haber recibido veinticuatro golpes y cuarenta y nueve presiones en solo dos encuentros.
Este desempeño ha puesto una lupa sobre Murray, quien ahora debe demostrar que puede agregar un valor superior al ofrecido por el respaldo.
La situación contractual de Murray añade una capa de complejidad inmensa a cualquier decisión deportiva.
En 2022, el mariscal de campo firmó una extensión por cinco años y 230.5 millones de dólares, con 159.7 millones garantizados.
Para la temporada 2025, su impacto en el tope salarial será de 43.3 millones de dólares, y su salario base de dieciocho millones ya está completamente asegurado.
Este compromiso financiero, del que es casi imposible desligarse, significa que el regreso de Murray no es solo una opción deportiva, sino una necesidad económica para la organización.
Como se documentó en el pasado, los Cardinals han estado dispuestos a asumir riesgos financieros significativos con su regreso tras una lesión grave, priorizando su presencia en el campo aun con las posibles consecuencias.
Por ello, el partido de la Novena Semana contra los Dallas Cowboys en el fútbol del lunes por la noche se perfila como un momento de verdad.
Murray tiene un historial positivo contra ese rival, con dos victorias como titular en Dallas, 451 yardas por aire, cuatro pases de anotación sin intercepción, y 118 yardas corriendo.
Una presentación sólida en su regreso no solo podría terminar con la mala racha del equipo, sino también acallar las dudas sobre su liderazgo; sin embargo, una actuación deficiente intensificaría los llamados a un cambio definitivo.
El propietario Michael Bidwill y el gerente general Monti Ossenfort, en su tercer año al mando, buscan terminar con una sequía de tres temporadas sin playoffs y nueve años sin un título divisorial.
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En conclusión, el regreso de Kyler Murray representa mucho más que el retorno de un jugador lesionado; es una prueba definitiva de si puede ser el mariscal de campo franquicia que los Cardinals esperaban cuando le confiaron un contrato masivo.
El equipo se juega su futuro inmediato y la estabilidad de la posición más importante del fútbol americano, mientras Murray debe demostrar que su talento único puede, por fin, traducirse en victorias consistentes.