Chris Stapleton demostró por qué el artista mantiene vigente su reinado: una combinación de voz rasgada por el bourbon, maestría guitarrística. Foto: Cortesía / Desert Diamond Arena
Diez años después de que Traveller revolucionara el country, Chris Stapleton reafirmó su trono como heredero del movimiento outlaw con dos noches agotadas en el Desert Diamond Arena, forzando ampliación de capacidad ante 19,000 fieles por función.
Chris Stapleton demostró por qué el artista mantiene vigente su reinado: una combinación de voz rasgada por el bourbon, maestría guitarrística sin concesiones y letras que diseccionan el alma humana.
El espectáculo arrancó con el blues rockero “Bad As I Used to Be”,su nuevo single para la banda sonora de F1, seguido de un “Midnight Train to Memphis” que encendió motores con riffs cercanos al garage rock.
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Chris Stapleton tocó su guitarra con furia en “Second One to Know”, mientras su voz oscilaba entre el gruñido cavernoso en “Hard Livin’” y la vulnerabilidad desgarradora en “Sometimes I Cry”. Esa dualidad define su legado: puede transitar de baladas que desintegran corazones, como “I Was Wrong” a himnos de honky-tonk sin perder autenticidad.
El momento más íntimo llegó cuando la banda abandonó el escenario y solo con su guitarra acústica, Stapleton ofreció “Drunkard’s Prayer” y “Where Rainbows Never Die”, canciones que destilaron espiritualidad gospel con la crudeza de quien canta desde el fondo del pozo.
La magia se amplificó al invitar al legendario Marty Stuart (“el gato más genial que he conocido”) para una versión efervescente de “Honky Tonkin’s What I Do Best”, fusión de country tradicional y energía rockabilly que coronó su amistad musical.
Morgane Stapleton, su esposa y musa, fue el secreto mejor guardado de la noche. Sus armonías en “What Am I Gonna Do” y “Millionaire” tejieron contrapuntos celestiales, mientras en “Fire Away” los dúos con Chris alcanzaron una simbiosis que Rolling Stone alguna vez comparó con “el diálogo de dos almas gemelas”.
Su presencia escénica —sobria pero electrizante— recordó por qué es considerada “el arma secreta del sonido Stapleton”.
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El clímax llegó con “Tennessee Whiskey”, tema que transformó en himno generacional. Stapleton jugó con el público: primero elogió a cada músico con showmanship teatral, luego dejó que 19,000 voces completaran el estribillo, y finalmente descargó un solo de guitarra que mezcló soul sureño con licks de blues.
La canción, original de David Allan Coe, simboliza su revolución: rescatar raíces para reinventarlas sin pedir permiso.
Tras diez años de gira ininterrumpida con su All-American Road Show, nominada como Top Country Tour en los Billboard Music Awards, Stapleton prueba que el éxito de Traveller (7x platino) no fue casualidad.