Esta entrega del universo de Depredador propone un cambio radical en la narrativa. CORTESIA: 20th Century Studios
Llega a la pantalla grande Depredador: Tierras Salvajes, la nueva cinta que revive a la icónica criatura que alguna vez definió el concepto del cazador perfecto, y que en esta ocasión se enfrenta a su mayor desafío: convertirse en una presa.
Esta entrega del universo de Depredador propone un cambio radical en la narrativa que, más allá de su acción y efectos visuales, redefine su lugar dentro de un universo que ya comienza a entrelazarse con la franquicia de Alien.
En gran parte, el esperado crossover entre Alien y Depredador parece inclinarse hacia un tono más cercano a la ciencia ficción que al horror y no sería la primera vez que vemos a estas especies enfrentarse una contra la otra.
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Desde su primera aparición en 1987, los depredadores se han caracterizado por ser una raza de guerreros que viven por y para la caza, con un código de honor que determina qué especie merece convertirse en trofeo.
Su cultura se basa en la jerarquía del combate y en la evolución a través de enfrentamientos que demuestran inteligencia y superioridad.
Sin embargo, Tierras Salvajes rompe con ese molde ya que, con esta nueva entrega, el depredador parece ser más vulnerable y desconectado de sus principios.
Lo veremos atrapado dentro de un territorio hostil que lo convierte en presa y que, por primera vez, no será la especie dominante.
Este giro cambia por completo la percepción del espectador y lo que antes era una figura de miedo se transforma en un personaje frágil, forzado a enfrentar sus propios límites.
La gran expectativa también recae en su conexión con el universo de Alien, representado aquí por la corporación Weyland-Yutani, que insinúa un enfoque centrado en la biotecnología, la genética y la explotación de especies alienígenas para beneficio de la humanidad.
Otro cambio importante es su clasificación PG-13, una decisión que ha generado gran debate entre los fanáticos.
La ausencia de sangre humana y de violencia gráfica reduce la brutalidad que caracterizó a ambas franquicias, sin embargo, aquí la tensión no proviene del miedo a la muerte, sino del dilema existencial que enfrenta un depredador que busca su propia identidad.
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Su apuesta por explorar la vulnerabilidad del cazador y su conexión con el universo de Alien marca el inicio de una nueva etapa.
Puede que haya menos sangre, pero hay más sustancia y la bestia que antes cazaba por instinto ahora sobrevive por evolución.












