La jueza April Perry emitió una orden de restricción temporal tras encontrar que la administración Trump no presentó “evidencia creíble de que exista un peligro de rebelión en el estado de Illinois” y afirmó que las directivas violan la Constitución. CORTESIA: National Guard / Facebook
Una jueza bloquea el despliegue de Trump tras descubrirse imágenes fraudulentas
En un giro legal significativo, una jueza federal bloqueó temporalmente el despliegue de la Guardia Nacional ordenado por el presidente Donald Trump en Chicago, luego de que se revelara que la Casa Blanca utilizó imágenes de Florida, con palmeras como evidencia visible, en un video propagandístico que pretendía mostrar el “caos” en la ciudad.
La jueza April Perry emitió una orden de restricción temporal tras encontrar que la administración Trump no presentó “evidencia creíble de que exista un peligro de rebelión en el estado de Illinois” y afirmó que las directivas violan la Constitución.
El caso estalló cuando la Casa Blanca publicó en su cuenta oficial de X un video de alto impacto que mostraba a agentes encapuchados del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas derribando puertas y realizando arrestos, acompañado de un audio del presidente Trump calificando a Chicago como un “desastre” y atacando a sus líderes demócratas locales.
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“Una alcaldesa incompetente. Un gobernador delirante. Chicago está en caos, y el pueblo estadounidense está pagando el precio”, decía el texto de la publicación oficial.
Sin embargo, investigaciones posteriores revelaron que la mayor parte del metraje correspondía en realidad a operativos realizados en Florida el pasado mes de abril, una operación que el propio Departamento de Seguridad Nacional había catalogado como la “mayor operación migratoria conjunta en la historia de Florida”.
La respuesta desde Illinois no se hizo esperar. Matt Hill, portavoz del gobernador J.B. Pritzker, señaló con ironía: “Estamos orgullosos de que Chicago acabara de ser clasificada como la mejor gran ciudad de Estados Unidos. Estamos orgullosos de sus hermosas playas, sus prósperos negocios y su gente decente. Sin embargo, no podemos atribuirnos el mérito de tener muchas palmeras aquí”.
En un comunicado más contundente, el gobernador Pritzker afirmó: “Donald Trump no es un rey, y su administración no está por encima de la ley”.
Por su parte, el alcalde Brandon Johnson calificó la decisión judicial como “una victoria para el pueblo de Chicago y el estado de derecho” y acusó a la administración Trump de mentir y poner en peligro a las personas.
Este incidente se enmarca en una estrategia de comunicación más amplia de la ultraderecha, que ha incluido el uso de material audiovisual manipulado.
La administración Trump ha defendido sus acciones argumentando que existe una “anarquía trágica” en el área de Chicago y que las tropas son necesarias para proteger a funcionarios y propiedades federales.
Un abogado del Departamento de Justicia declaró en la corte que en la ciudad se observaba “una nueva forma de hostilidad descarada por parte de alborotadores que se dirigen a la aplicación federal de la ley”, a los que calificó no como manifestantes, sino como un peligro de rebelión.
No obstante, la jueza Perry también cuestionó la fiabilidad de las versiones proporcionadas por el Departamento de Seguridad Nacional sobre la situación en el terreno, calificándolas de “simplemente poco fiables”.
Esta controversia ocurre en un contexto más amplio de despliegues militares disputados en ciudades lideradas por demócratas, donde otros jueces federales han bloqueado operaciones similares al no encontrar tampoco un “peligro de rebelión”.
Crisis prefabricadas
La revelación de que un video de la administración Trump utilizó imágenes de Florida para simular el “caos” en Chicago no es un hecho aislado, sino parte de una tendencia creciente en la comunicación política: el recurso a material prefabricado y generado por inteligencia artificial para sustentar narrativas.
Este fenómeno, que plantea serias cuestiones éticas y sobre la calidad de la información, encuentra su caldo de cultivo en la accesibilidad de las herramientas de IA y en la presión por producir contenido de impacto de forma inmediata.
Poco antes de la polémica del video de Chicago, salió a la luz un caso casi idéntico protagonizado por el Partido Republicano de Oregón, cuando la organización publicó en sus redes sociales un anuncio sobre el potencial despliegue de la Guardia Nacional en Portland, utilizando para ello una imagen compuesta que mostraba a policías antidisturbios y manifestantes en medio de una humareda roja .
Investigaciones de medios revelaron que la fotografía de los agentes era una imagen de archivo de “policías sudamericanos” de Getty Images, mientras que la de los manifestantes provenía de un fotógrafo brasileño en la plataforma de stock Pexels .
La imagen pintaba una escena radicalmente diferente a las protestas reales en Portland, que según las descripciones solían involucrar a “no más de varias decenas de personas” .
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Al ser confrontados, la portavoz del partido justificó la publicación explicando que el gráfico fue creado por un voluntario que “trabajaba rápidamente para publicar noticias de última hora” y utilizó imágenes del sitio web Canva. En una respuesta en la red X, la cuenta del partido llegó a afirmar: “Es solo un meme. No es Portland” .
Esta justificación refleja una normalización de la decontextualización de imágenes, tratando la veracidad visual como un detalle prescindible en aras de la inmediatez y el impacto retórico.
No se puede olvidar el video que fue publicado en la cuenta de Donald Trump de Truth, en la que después de su reunión con los líderes demócratas del Congreso, Chick Schumer, pronunciando un ofensivo y desquiciado discurso y a Hakeem Jeffries, con bigote y sombrero.

El peligro de la desinformación
Los casos de Chicago y Oregón, junto con el uso de herramientas de IA para generar contenido audiovisual hiperrealista, señalan una encrucijada para la integridad de la esfera pública.
Cuando las imágenes que alimentan el debate político son genéricas, de contexto extranjero o generadas por algoritmos, se debilita la base factual sobre la que los ciudadanos pueden formar un juicio informado.
La defensa de que se trata de “solo un meme” trivializa un problema profundo: la construcción de una realidad alternativa a través de la manipulación visual, una tendencia que la tecnología no hace más que potenciar y a la que la sociedad debe encontrar urgentemente anticuerpos.