El doctorado de Mónica Villalobos no es un mero título: es un símbolo de su lucha por democratizar el acceso educativo. CORTESIA: Mónica Villalobos
Mónica Susana Villalobos, presidenta de la Cámara de Comercio Hispana de Arizona (AZHCC, por sus siglas en inglés), alcanzó un hito personal e histórico al graduarse como Doctor en Educación (Ed.D.) en la Universidad del Sur de California (USC).
El logro, la ubica dentro del 2% de la población en Estados Unidos con un título doctoral, un reflejo de su tenacidad y del legado comunitario que la impulsó.
“Este logro no es solo mío; representa las luchas, los sacrificios y la grandeza de mis antepasados y comunidad”, declaró Villalobos, cuyo discurso resonó como un llamado a transformar el emblemático lema “Sí, se puede” en un contundente “¡Hecho!”.
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Hija de una maestra de primaria y un conductor de camiones, Villalobos es una mexicoamericana de primera generación que forjó su camino desde la humildad. Su trayectoria académica, con una doble licenciatura en Lingüística y Psicología de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), una maestría en Comunicación de Seton Hall y ahora el doctorado, contrasta con su labor en el ámbito empresarial y social.
Antes de liderar la AZHCC, fundó la firma de investigación ResearchByDesign y colaboró con gigantes como Wells Fargo y la NFL, diseñando estrategias multiculturales que hoy son referencia nacional.
Como presidenta de la AZHCC desde 2019, Villalobos ha impulsado programas clave, como el Centro de Negocios MBDA, enfocado en apoyar a empresarios minoritarios. Bajo su dirección, la cámara se consolidó como un puente entre comunidades indígenas, latinas y entidades federales, algo crítico en un estado donde el 32% de la población es de origen hispano, durante la pandemia, por ejemplo, coordinó su equipo para entregar recursos y becas a negocios afectados, demostrando que la retórica se traduce en acción.
Su nombramiento por la gobernadora Katie Hobbs para co-presidir el comité de transición en 2023 subraya su influencia política en un contexto donde las tensiones migratorias y económicas dominan el debate bajo la nueva administración federal.
El doctorado de Villalobos no es un mero título: es un símbolo de su lucha por democratizar el acceso educativo. “Mi deseo es no ser la última”, insistió, refiriéndose a la necesidad de que más jóvenes culminen estudios superiores.
Esta visión se alinea con su labor en juntas directivas como United Way y St. Mary’s Food Bank, donde promueve iniciativas para reducir la brecha educativa y alimentaria en Arizona.

Al evocar el lema “Sí se puede”, Villalobos rinde homenaje a sus raíces en el movimiento laboral de César Chávez y Dolores Huerta, quienes popularizaron la frase en los años 70.
Sin embargo, su reinterpretación, convertirlo en “¡Hecho!” busca trascender la motivación para enfocarse en resultados tangibles y este enfoque refleja su pragmatismo: durante la pandemia, por ejemplo, coordinó la entrega de recursos a negocios hispanos afectados, demostrando que la retórica se traduce en acción.
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Galardonada con el premio Ohtli, la máxima distinción que México otorga a líderes en el extranjero, Villalobos personifica el puente entre culturas y su historia, desde los pasillos de UCLA hasta las salas de juntas en Phoenix, inspira a una generación que ve en ella un modelo de resiliencia.
Con su reciente grado doctoral, no solo cierra un ciclo, sino que abre otro: el de una líder cuya voz seguirá moldeando políticas económicas y educativas en Estados Unidos, incluso en tiempos de polarización.
En un país donde solo el 6% de los doctorados son latinos, Villalobos encarna la prueba viviente de que el sueño americano, aunque desafiante, sigue vivo. Y como ella misma afirma: “La educación no es un lujo, es el cimiento sobre el que construimos futuro”.