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Pam Giannonatti de empacadora en Fry’s Food Stores a luz de esperanza

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Pam Giannonatti durante la entrevista con Oscar Ramos, para Prensa Arizona.

Al poco tiempo de llegar a Arizona de su natal Wisconsin, Pam Giannonatti recuerda su primer día en Fry’s Food Stores en 1982: “Solo había trabajo de empacadora disponible y dije ‘sí, lo haré’”. 

Cuatro décadas después, la actual gerente de Asuntos Corporativos de la cadena (filial de Kroger Co.) ha transformado ese humilde inicio en un modelo nacional de responsabilidad social. 

Con 42 años en la empresa y recientemente reconocida por su labor comunitaria, su trayecto simboliza cómo el liderazgo femenino está redefiniendo la lucha contra el hambre en Arizona, donde el 13.2% de la población enfrenta inseguridad alimentaria y muchos de ellos en la comunidad hispana e inmigrante.

El camino desde empaquetadora hasta ejecutiva exigió sacrificios familiares inusuales. “Trabajábamos noches y fines de semana. Mi esposo Mark traía a nuestros cuatro hijos a visitarme a la tienda”, relata Giannonatti. 

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La familia ha sido de vital importancia para la carrera y los logros de Pam Giannonatti y su ayuda a la comunidad.

Este equilibrio precario forjó su convicción: integrar la vida laboral y familiar no es un lujo, sino una necesidad y cuando sus hijos crecieron, los involucró en voluntariados: “Repartían cajas de comida en bancos alimentarios. Así entendieron el impacto de un tomate donado”.

Su ascenso a cajera, supervisora de front-end y gerente corporativa, refleja la filosofía de Fry’s: “Solicita un trabajo y descubre una carrera”. 

Giannonatti aplicó esta máxima con tenacidad: “Intenté puestos sin estar calificada, pero les demostré que aprendería rápido. Si quieres algo, ve por ello”, aconseja.  

Hoy, el 68% de las gerentes de tienda en Arizona son mujeres que, como ella, iniciaron en puestos operativos.

La revolución de los alimentos frescos

Bajo su dirección, el programa Food Rescue de Fry’s ha dado un giro histórico y mientras bancos de comida tradicionales dependían de enlatados, Giannonatti impulsó la donación diaria de productos frescos no vendidos pero nutritivos: vegetales, lácteos, carnes. 

“Antes entregábamos cajas con alimentos no perecederos. Ahora donamos salud”, explica Giannonatti. 

En 2024, esto significó 102 millones de libras de comida rescatadas, equivalentes a 16 millones de comidas distribuidas a 28 bancos como St. Mary’s Food Bank y Saint Vincent De Paul.

El cambio respondió a hallazgos crudos: estudios de Feeding America revelaron que familias hispanas y nativoamericanas en Arizona sacrificaban frutas y verduras por fideos instantáneos al priorizar costo sobre nutrición. 

La labor realizada a lo largo de los años y la entrega de miles de cajas de alimentos obviamente le ha dejado muchas memorias grabadas en la mente.

“Una abuela me tomó de la mano en una fila de donaciones. No dejaba de agradecer. Esos segundos validan nuestro trabajo”, recuerda Giannonatti.

La semilla de la educación

Más allá de la caridad, Giannonatti ideó una estrategia educativa: huertos escolares y comunitarios como el “Desert Garden Project” de Mesa, niños cultivan tomates y lechugas que luego donan a bancos de alimentos. 

“Les enseñamos el ciclo ‘del suelo a la mesa’. Así combatimos inseguridad alimentaria con autonomía”, detalla. 

Este modelo, replicado en 17 escuelas de Phoenix, reduce el desperdicio mientras crea agentes de cambio: estudiantes que replican las técnicas en sus hogares.

Pese a distribuir 440,000 libras semanales, Giannonatti admite limitaciones: “Ojalá pudiéramos resolver el hambre en Arizona, pero la demanda crece”. 

Los bancos reportan un aumento del 34% en beneficiarios desde 2022 y su solución es la colaboración triangular:

Fry’s provee alimentos y $1.2 millones en becas anuales. Feeding America gestiona logística y 47,000 voluntarios ejecutan distribución.

Como mujer líder, enfatiza la importancia de redes de apoyo: “Todos necesitamos alguien en quien apoyarnos. Mi familia fue mi columna”. 

Y a las nuevas generaciones les dice: “No esperes oportunidades: créalas. Aprende un puesto antes de ocuparlo”.

Al reflexionar sobre su legado, Giannonatti prioriza lo humano sobre lo numérico: “Espero ser recordada por poner sonrisas en rostros, no por logros laborales”. 

Su fórmula combina integridad (“Siempre fui yo misma”), compasión (“Lideré con cuidado”) y persistencia, la misma que la llevó de empacar comestibles a diseñar políticas que alimentan a miles.

Pam Giannonatti cultiva resiliencia: una caja de comida, una lección de jardinería y un camino para que otras mujeres escriban historias similares, pero de una forma sencilla y humilde resume su misión: “Alimentar el espíritu humano es cuidarnos mutuamente”.

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