En la columna de esta edición, Salvador Reza escribe sobre las violaciones a derechos humanos y al debido proceso en las redadas de ICE. Foto: ICE.Gov
Las últimas semanas he visitado varias ciudades y varias organizaciones en California, Arizona y Texas y en todas partes he percibido la misma rabia en contra las deportaciones masivas, la violación de los derechos humanos y la frustración de no tener la organización a nivel nacional para enfrentar la embestida racista de un capitalismo en crisis.
¿Pero cual es la razón por la que estamos enfrentando esta crisis en nuestras comunidades?
Y aunque lo que está pasando hoy no es nada nuevo después de las deportaciones masivas en los 1930’s, los motines derechistas de Sleepy Lagoon en los 40’s, (cuando desataron a los marinos a atacar las comunidades mexicanas en Los Angeles), las leyes anti-migrantes Simpson Rodino y Simpson Mazzoli ¿Como es que todavía no hemos encontrado la fórmula para detener estos ataques de una vez por todas?
Y la contestación es muy sencilla: Porque en lugar de auto reconocernos como pueblo originario seguimos tratando de quedar bien con el opresor aceptando su filosofía barata de la olla de presión, “the Melting Pot Theory”.
Esa teoría que dice que Estados Unidos es como una olla de presión donde se hace una mescolanza de todas las razas para cocinar al americano.
Sin embargo, detrás de esa teoría se esconde la teoría del ‘Destino Manifestó’, la que aboga por la supremacía blanca y dice que el hombre blanco por mandato de Dios está destinado a expandirse del Océano Atlántico al Pacífico y de Alaska hasta la Patagonia.
La programación para robarnos nuestra identidad como pueblos ancestrales empezó con el mestizaje de José Vasconcelos después de la Revolución Mexicana, cuyo propósito era consolidar la nación mexicana desapareciendo al indígena.
Como decía el Mestizaje, “un mestizo más es un indio menos”.
El segundo paso es que al arribar a Estados Unidos, no solo te roban lo indígena sino de paso lo mestizo al declararte hispano o latino.
Y aunque lo Latino viene de la invasión francesa a México durante el reinado de Maximiliano y Carlota representando a Napoleón III de Francia, nos afrancesaron como Latinos para quitarnos lo Hispano que fue impuesto por España.
Al no saber quién somos, estamos a la merced de los invasores que no solo invadieron nuestro territorio, sino también las mentes de tantos atontados que siguen en la ilusión del sueño americano que se derrumba con una parada de tráfico o un toque en la puerta antes del amanecer para subirte a la perrera de ICE y congelarte tu ilusión de ser parte de Estados Unidos.
Seguimos jugando el juego de quedar bien con el patroncito para que “no me azote a latigazos aun si nos tiene endeudados para mantenernos esclavizados generación tras generación por las siguientes siete generaciones”.
La canción de Víctor Jara sobre la revolución mexicana que dice: “Mi padre fue peón de hacienda, yo fui un revolucionario, mis hijos pusieron tienda, y mi nieto es funcionario,” ahora se podía reescribir.
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“Mi padre fue un bracero, yo fui un Revolucionario Xicano, mis hijos fueron a la universidad, y mi nieto es un político democrático”.
Póngale como le ponga, no analizamos nuestra fuerza interna como pueblos milenarios, sino intentamos ser parte de un sistema que nunca, pero nunca, va a permitir que lo cambies desde adentro.
Solo nos queda organizarnos en sistemas alternativos que puedan retar las instituciones políticas y no lucrativas, que al fin y al cabo son solo sirvientes del Capital.












