El narcotráfico es el “cucuy” inventado por el Departamento de Estado y la Agencia Central de Inteligencia, escribe Salvador Reza en su columna. Foto: Cortesía / DEA
La guerra fría entre Rusia y Estados Unidos comenzó al final de la segunda guerra mundial, a los finales de los 1940 hasta la caída de la Unión Soviética en 1991 después de la caída del Muro de Berlin en 1989.
La amenaza “comunista” era el “cucuy” con el que Estados Unidos intervenía cuando quería derrotar gobiernos que no coincidían con el despojo de sus recursos naturales.
Las guerras de El Salvador y Nicaragua en los 80, la invasión de la Bahía de Cochinos en Cuba, el golpe de estado en Guatemala en los 1950, todas eran para luchar en contra la amenaza comunista según la política exterior de Estados Unidos.
Con el desplome de la Unión Soviética se tuvo que inventar otro “cucuy” y al nuevo malo de la película se le dominó Carteles de Narcotráfico, así que cuando Estados Unidos deseaba el petróleo, los minerales, el café, o simplemente capturar los mercados de cualquier país en las mal llamadas Américas, entonces utilizaba la guerra contra las drogas como excusa para invadir y controlar desde Colombia hasta México.
Y es lo que estamos viendo hoy en día con la amenaza de invadir Venezuela, el deseo de derrocar primero a Chávez y ahora a Nicolás Maduro no tiene que ver nada con el narcotráfico, sino más bien con los yacimientos enormes de petróleo que se estiman son los más grandes del mundo.
El narcotráfico es el “cucuy” inventado por el Departamento de Estado y la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) para justificar el derrocamiento de Nicolás Maduro.
El mercado principal de las drogas, ya sea cocaína, marihuana, heroína, fentanilo, es Estados Unidos y Europa.
Y como la historia lo dice de acuerdo a los testimonios de Oliver North ante el congreso de Estados Unidos, la Agencia Central de Inteligencia resguardaba aviones cargados de droga para distribuirlos en los barrios de Los Ángeles y San Francisco o en los guetos de las comunidades afroamericanas y utilizar las ganancias para comprar armas y financiar las guerras contra el comunismo de Nicaragua y El Salvador.
El agente de la DEA, Enrique (Kike) Camarena pagó con su vida al descubrir quien estaba en realidad encargado de transportar la droga de Colombia a través de México para llegar a Estados Unidos.
De acuerdo a periodistas como Jesús Lemus que pasó varios años internado por falsas acusaciones durante el mandato de Carlos Salinas de Gortari, el narcotraficante Caro Quintero no fue el asesino de Camarena.
Más bien estuvo bajo las ordenes el agente de la CIA Félix Rodríguez quien participó en la ejecución del Ernesto “Che” Guevara, fue el que dio la orden que lo capturaran y lo eliminaran porque estaba interfiriendo con las operaciones de la Operación Irán-Contras para financiar la guerra en El Salvador y Nicaragua.
Lo que digo aquí no es nada nuevo y está documentado por varios investigadores y periodistas de prestigio, yo sólo lo comento para que el lector investigue por su propia cuenta.
Tampoco estoy defendiendo al narcotráfico que tanto mal causa en nuestras comunidades y es responsable de miles de muertes, familias destruidas, mentes echadas a perder, el impacto en nuestros barrios ha sido devastador.
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Simplemente estoy apuntando al hecho de que si Estados Unidos de veras quisiera acabar con el narcotráfico empezaría en casa.
Es triste ver en los parques y en las calles de nuestras comunidades jóvenes echados a perder, vegetales en vida, porque no nomás nos afecta a nosotros, también afecta a la población norteamericana como se puede ver en todas las grandes ciudades de Estados Unidos.
Lo único que quiero decir es que la guerra contra el narcotráfico es solamente una excusa para seguir controlando los recursos naturales de nuestra Madre Tierra para el beneficio de las grandes corporaciones.