El activista Salvador Reza recuerda la historia real del Día de Acción de Gracias, una celebración arraigada en Estados Unidos sin conocer su trasfondo.
Al acercarse el día de dar gracias las escuelas, las iglesias, las organizaciones caritativas, estarán preparando guajolotones y grandes festines y la historia tradicional dice que el Thanks Giving (Día de Gracias) es para celebrar que los Peregrinos (Pilgrims) sobrevivieron el cruel invierno, y con la ayuda de la nación Wampanoag aprendieron a cosechar maíz, calabazas, y frijoles.
Esas comidas los indígenas las llamaban las tres hermanas porque crecían lado a lado una de la otra para beneficio propio; que los indígenas les ofrecieron ayuda y hospitalidad a los peregrinos es cierto, pero lo que omiten es que ya después de haber sobrevivido los colonos enfermos de avaricia y sin respetar las tradiciones empezaron a invadir tierras indígenas privatizándolas.
La propiedad privada era un concepto que chocaba con el concepto de ver a la Tierra como Madre, pues nadie puede ser dueño de la madre que da la vida y como resultado de ese choque los colonos incendiaron la casa grande de los Wampanoag disparándoles con las mosquetas cuando salían tratando de huir del fuego.
Poco tiempo después celebraron la victoria del primer Thanks Giving por haber eliminado al pueblo que les brindo hospitalidad y los salvo de congelarse el primer invierno al llegar a las costas del noroeste de este continente.
La historia la escriben y la cuentan los vencedores, pero omiten decir las atrocidades que cometieron en su sed de tierras y riquezas y lo que pasó en ese tiempo no es muy diferente de lo que vemos hoy en las calles de Los Ángeles, Chicago, Nueva York o Portland.
Es ese afán de dañar a los que les ayudan criminalizándolos e utilizando leyes ajenas a nuestra realidad para justificar la crueldad.
El conflicto que se vive hoy en día tiene sus raíces en la Doctrina del Descubrimiento una serie de Bulas Papales que establecen el dominio europeo sobre nuestro continente.
Impone las leyes de la propiedad privada, la superioridad europea sobre Abya Yala (América) choca con nuestros conceptos comunales y nuestra relación con La Madre Tierra.
Los poderes coloniales también trajeron sus conflictos europeos entre España, Portugal, Francia, Inglaterra, complicando no solo su afán de control sobre los pueblos originarios, sino guerras por establecer fronteras demarcando los territorios coloniales ahora llamados estados nacionales.
En el proceso se ha adoctrinando y dividido a nuestros pueblos y familias donde miembros de la familia se convierten en agentes de inmigración mientras a veces los padres ni documentación tienen o los hijos son soldados del ejército que envían a las calles de Los Ángeles mientras la mamá está en proceso de deportación.
Entonces este Thanks Giving hay que celebrar que a pesar de todos los esfuerzos por borrar nuestra memoria y desaparecernos seguimos resistiendo y hemos sobrevivido más de 500 años de la invasión europea.
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Es tiempo de celebrar con nuestras familias no una historia ficticia de armonía entre los invasores y los pueblos ancestrales de este continente, sino una historia de resistencia y sobrevivencia de nuestro legado como hijos de la Madre Tierra que aún siendo pisoteada y dividida con fronteras falsas todavía tiene la última palabra cuando nos castiga con desastres naturales para decirnos: “Yo todavía mando. Al final soy su Madre impregnada por el calor del Padre Sol que les sigue dando vida”. Nos envía castigos correctivos a todos los seres humanos que seguimos como niños ignorantes creyéndonos superiores a los elementos que nuestros antepasados honraban en sus ceremonias tradicionales que muchos hemos olvidado.
Este día de Gracias si tiene pavo con puré de papas, calabacitas, maíz y frijoles, hay que dar gracias que seguimos luchando desde El Mercadito de Los Ángeles hasta la Villita en Chicago.










