El histórico líder del Cártel de Guadalajara, conocido como Don Neto, cumplió 40 años de prisión por lo que fue liberado en México. Foto: Cortesía / PGR
Ernesto Fonseca Carrillo, alias “Don Neto”, cofundador del emblemático Cártel de Guadalajara y figura clave en el narcotráfico mexicano de los años 80, recuperó su libertad tras cumplir una condena de 40 años por el secuestro, tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena. A sus 95 años y con problemas de salud, el exnarcotraficante abandona la prisión en medio de un debate sobre impunidad y justicia tardía.
Detenido en 1985 en Puerto Vallarta, “Don Neto” pasó tres décadas en penales del Estado de México y Jalisco. En 2016, debido a su edad y deterioro físico —incluyendo artritis avanzada—, un juez autorizó su traslado a una vivienda en Atizapán de Zaragoza bajo vigilancia. Aunque en 2015 México rechazó su extradición a Estados Unidos, su nombre resurgió en marzo cuando la familia Camarena lo demandó civilmente junto a Rafael Caro Quintero y Miguel Ángel Félix Gallardo, socios en el cártel.
El asesinato de Camarena en febrero de 1985 marcó un punto de inflexión en las relaciones México-Estados Unidos. El agente, investigando plantíos de marihuana en Jalisco, fue torturado durante 30 horas antes de morir. Su caso llevó a Washington a presionar por una ofensiva sin precedentes contra los cárteles, aunque también expuso la complicidad de autoridades mexicanas. “Don Neto simboliza una época de colusión entre narcos y poder”, señaló un exagente de la DEA bajo anonimato.
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¿Justicia incompleta?
Mientras “Don Neto” camina libre, sus socios enfrentan destinos distintos: Caro Quintero, fue extraditado a Estados Unidos en febrero, podría recibir pena de muerte por narcotráfico, mientras Félix Gallardo, de 79 años, permanece en Puente Grande, Jalisco.
La demanda civil de la familia Camarena, presentada en marzo en California, busca compensación económica, pero expertos consideran improbable que los tres capos —dos encarcelados, uno nonagenario— paguen sumas significativas.
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Aunque formalmente cumplió su condena, la salida de “Don Neto” reabre heridas. “Es un recordatorio de que el sistema permite que los grandes capos mueran libres, mientras las víctimas siguen sin respuestas”, criticó un familiar de Camarena en redes sociales. Mientras, analistas subrayan que su liberación no afecta al narcotráfico actual, dominado por cárteles más violentos y fragmentados.
“Don Neto” no solo fue pionero en exportar cocaína a Estados Unidos en los 70, sino también artífice de la corrupción sistémica que aún persiste. Su caso refleja los límites de una guerra antidrogas centrada en capos, no en estructuras.