La Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, diplomáticamente desarmó la política arancelaria de Donald Trump. Foto: Cortesía / @claudiashein
Cuando Claudia Sheinbaum asumió como la primera presidenta de México en octubre de 2024, pocos anticiparon que su perfil técnico y reservado sería clave para navegar la tormenta geopolítica que representaba un segundo mandato de Donald Trump.
Hoy, seis meses después, su enfoque metódico y su diplomacia calculada no solo han evitado represalias comerciales, sino que posicionan a México como un aliado estratégico en medio de una guerra arancelaria global.
Mientras líderes mundiales reaccionaban con indignación a los aranceles anunciados por Trump, Sheinbaum mantuvo un tono conciliador pero firme; su estrategia combinó reconocimiento táctico de las prioridades de Washington, como el despliegue de 10,000 efectivos de la Guardia Nacional en la frontera para combatir el fentanilo, con una defensa cerrada de la soberanía mexicana. Este equilibrio le permitió obtener exenciones para el 85-90% de las exportaciones mexicanas bajo el T-MEC, salvaguardando sectores clave como automotriz y agroindustrial.
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Plan México, su apuesta para despegarse de EU
Detrás de esta aparente calma, Claudia Sheinbaum ejecutó un plan minucioso y desde enero, su gobierno lanzó el Plan México, un portafolio de 277,000 millones de dólares en proyectos para reducir la dependencia económica de Estados Unidos y atraer inversiones globales. La iniciativa incluye desde parques industriales hasta programas de formación técnica, con metas como aumentar el contenido nacional en textiles y autopartes al 50% para 2030.
“No es una respuesta a Trump, es una visión de futuro”, declaró Marcelo Ebrard, secretario de Economía.
El pulso con Trump ha catapultado la popularidad de Sheinbaum a niveles históricos: 85% de aprobación según encuestas recientes, la más alta para un mandatario mexicano en tres décadas. Analistas atribuyen este apoyo a su habilidad para capitalizar el nacionalismo sin caer en confrontaciones estériles.
A pesar de los éxitos, los desafíos persisten. El 12% de las exportaciones no cubiertas por el T-MEC —incluyendo acero y aluminio— aún enfrentan aranceles del 25%, una espina comercial que se negociará en abril. Además, la presión migratoria podría resurgir: en 2024, México recibió 150,000 deportados desde Estados Unidos, cifra que podría duplicarse si Trump intensifica su retórica antiinmigrante.
Crimen organizado, el talón de Aquiles de Claudia Sheinbaum
El talón de Aquiles de Claudia Sheinbaum podría ser el crimen organizado. Aunque su gobierno ha priorizado acuerdos tácitos con cárteles para reducir violencia visible, expertos advierten que una escalada, como el asesinato de un agente estadounidense, podría desatar represalias de Washington.
“Trump ya ha insinuado operaciones militares unilaterales en territorio mexicano. Ese sería el punto de quiebre”, señala Martha Bárcena, exembajadora en Estados Unidos.
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Mientras la UE y Canadá se enredan en disputas legales contra los aranceles, México ofrece un modelo alternativo: cooperación selectiva sin sumisión. Sheinbaum logró lo que muchos consideraban imposible —negociar con Trump sin ceder espectacularmente— gracias a una combinación de pragmatismo económico y narrativa patriótica. Como resume Michael Shifter, del Inter-American Dialogue: “Ella entiende que con Trump no se gana con grandilocuencia, sino con resultados silenciosos”.
En un mundo donde las relaciones internacionales se miden en tuits y golpes mediáticos, la presidenta mexicana demuestra que la eficacia puede ser tan poderosa como el ruido. Su próximo examen: mantener esta frágil estabilidad mientras Trump busca nuevas batallas para alimentar su base electoral.