Salvador Reza
Phoenix, Aztlán
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(Donde vive el espíritu de la verdad)
Leonardo Reichel Urroz, un viejo veterano rebelde, sobreviviente de las campañas de exterminio por parte del gobierno mexicano en contra de los brotes guerrilleros de los 60’s y 70’s, se ha dedicado los últimos meses a utilizar su cuenta de Facebook para describir otra guerra de exterminio contra los pueblos N’dee (Apache).
Guerras que datan desde que Coronado entró buscando las siete ciudades de oro de Cibola, hasta finales de los 1800 cuando Gerónimo depuso sus armas.
Yo recomiendo a cualquier persona interesada en tener un vistazo de esa guerra por parte de la Corona Española, el gobierno estadounidense y el gobierno mexicano en contra de los pueblos indígenas del norte en la sed de oro, poder y territorio europeo, que siga las investigaciones de Leonardo Reichel Urroz.
Fue una campaña económica militar que duró más de 300 años donde se vieron involucrados la corona española, inglesa y hasta la francesa; la persecución siguió aun después de la independencia de las colonias que continuaron en su afán de deshacer un modo de vida natural en donde perecieron no solo seres humanos, sino la nación del búfalo sagrado que fue el sustento espiritual a los pueblos naturales desde los Lakota hasta los N’dee.
Reichel no comenta sobre lo sucedido, simple y sencillamente expone los reportes de los soldados españoles, los informes de los frailes, los informes de las autoridades impuestas por la corona para dominar el territorio desde Texas hasta Arizona, desde el norte de México hasta el estado de Arizona, Nuevo México, Utah y terrenos circunvecinos.
Claro, cada uno lo vera desde su lente óptico, pero lo que no se puede negar es que fue una guerra desigual en donde los pueblos Apache fueron disectados, estudiados, convertidos y después decimados.
Se puede ver como la estructura económico militar española enfrento una guerra de guerrillas constante durante 300 años por bandas Apaches que por la misma necesidad del terreno y la supervivencia obligadamente pocas veces se amasaban en grandes concentraciones.
También vemos como la corona española a través de frailes y militares creo los asentamientos para dividir, convertir, o eliminar a pueblos que no alcanzaban a interpretar la enfermedad del oro que contaminaba a los europeos, que tenía a Europa en continuo estado de guerra y que fue trasplantado con todo e inquisición sobre pueblos valientes pero inocentes a la maldad que los enfrentaba.
Los españoles e ingleses nunca los vieron como seres humanos luchando por su supervivencia, por su tierra, por su modo de vida en un entorno natural y en su lugar los vieron como “salvajes” para apresar como tesoro de guerra, para venderlos y esclavizarlos en los mercados de trabajo en las minas, en las haciendas.
A las mujeres, enviarlas a México como sirvientas domesticas o para ser vendidas en la prostitución; los Frailes iban con el propósito de “salvar” almas, pero aquellos que no se sometían al bautizo, o servir a los designios de los colonos podían ser eliminados con la bendición de la Santa Iglesia Católica.
Los Apaches, por su rebeldía fueron especialmente odiados y castigados y Estados Unidos los remonto a los calabozos de la Florida por 25 años después de deponer las armas rompiendo la promesa de dejarlos vivir en una reservación.
El ejército mexicano junto los hacendados como Don Luis Terrazas los masacraba por centenares si es que no se acataban a vivir en la “rancherías,” campos de concentración similar a las reservaciones en Estados Unidos; lo triste es que la guerra de exterminio sigue y la mayoría ni cuenta nos damos.