Se tensiona la economía global y revive fantasmas de una recesión transatlántica tras la imposición de aranceles de Donald Trump. Foto: Cortesía / Facebook European Comission
La Unión Europea (UE) anunció este miércoles la imposición de aranceles retaliatorios por $28.000 millones sobre productos industriales y agrícolas estadounidenses, una respuesta directa a la decisión del gobierno de Donald Trump de elevar al 25% los impuestos a las importaciones de acero y aluminio. Las medidas, que entrarán en vigor el 1 de abril y se implementarán en su totalidad a mediados de mes, marcan uno de los enfrentamientos comerciales más agresivos entre ambos bloques desde la primera administración Trump (2017-2021).
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, calificó los aranceles como “contramedidas necesarias” ante lo que Bruselas considera una violación de las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). “Los aranceles son impuestos que lastiman a empresas y consumidores. En un mundo con incertidumbres geopolíticas, no es inteligente sobrecargar nuestras economías”, declaró.
Según datos de la UE, el volumen comercial bilateral en 2023 alcanzó los €156.000 (1,55 billones), con un superávit europeo en bienes de €156.000 millones (161.000 millones), compensado por un déficit de €104.000 millones ($107.000 millones) en servicios.
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Del acero a los alimentos
La lista de productos estadounidenses afectados incluye acero, aluminio, textiles, electrodomésticos, plásticos y herramientas domésticas, así como rubros sensibles para estados clave en las elecciones de 2024, como carne de res, aves, mariscos, nueces y vegetales.
Henrik Adam, presidente de la Asociación Europea del Acero (Eurofer), advirtió que la industria podría perder hasta 3,7 millones de toneladas en exportaciones a EE.UU., su segundo mercado más importante. “Esto agravará una situación ya crítica por la desaceleración china y los costos energéticos”, afirmó.
Del lado estadounidense, el Departamento de Comercio calcula que las exportaciones agrícolas a la UE, valoradas en $15,000 millones anuales, sufrirán un golpe inmediato. Gregorio Álvarez, analista de Trade Economics, explicó: “Un 30% del maíz y soja que EE.UU. envía a Europa podría desviarse a mercados menos rentables, presionando los precios globales”.
Mientras Trump defendió los aranceles como un medio para “proteger el alma industrial de EE.UU.”, Von der Leyen subrayó el riesgo de un efecto dominó. “Habrá pérdida de empleos, alzas de precios y disrupciones en cadenas de suministro ya frágiles por la pandemia”, señaló.
Un informe del Instituto Peterson estima que las medidas podrían reducir el PIB de la UE en un 0,3% y el de EE.UU. en un 0,2% en 2024, con una inflación adicional del 1,5% en productos metálicos en Europa.
La reactivación de tensiones revive el conflicto de 2018, cuando Bruselas respondió a los aranceles de Trump con impuestos a motocicletas Harley-Davidson, bourbon y jeans Levi’s.
Sin embargo, esta vez el escenario es más complejo: la inflación en la zona euro ronda el 3,8% (frente al 3,1% en EE.UU.), y el Banco Central Europeo enfrenta presiones para recortar tasas sin desestabilizar la recuperación.
Aliados en la cuerda floja
El Reino Unido, fuera de la UE desde 2020, optó por no sumarse a las represalias. Jonathan Reynolds, secretario de Negocios británico, afirmó que buscará un acuerdo bilateral con Washington para “proteger los intereses de las empresas británicas”. Australia, otro aliado tradicional de EE.UU., también criticó los aranceles pero descartó medidas reciprocas. “Son un acto de autosabotaje económico”, declaró el primer ministro Anthony Albanese.
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Aunque Bruselas insiste en mantener abierta la puerta a negociaciones, analistas ven pocas opciones de diálogo en un año electoral en EE.UU. La UE evalúa llevar el caso ante la OMC, aunque el proceso podría extenderse más de dos años. Mientras, empresas europeas como Siemens y Airbus ya ajustan sus cadenas de suministro, y agricultores estadounidenses presionan al gobierno para evitar una repetición de la guerra comercial con China, que costó $27.000 millones en ayudas federales entre 2018 y 2020.
En un mundo donde el 60% del comercio de acero ya está afectado por medidas proteccionistas, según la OCDE, la disputa UE-EE.UU. no solo amenaza con enfriar la economía global, sino que pone a prueba la viabilidad del multilateralismo en una era de creciente fragmentación. Como resume Álvarez: “Es un juego donde todos pierden, pero nadie quiere dar el primer paso atrás”.