Foto: Oscar Ramos/Prensa Arizona
Por Oscar Ramos.-En un masivo cierre de campaña celebrado en el Talking Stick Resort Amphitheatre de Phoenix, la vicepresidenta Kamala Harris delineó sus planes para combatir la inflación y el aumento de costos, en un evento que fusionó política y cultura con la actuación del icónico grupo musical Los Tigres del Norte. La reunión, marcada por un ambiente de unidad y patriotismo, reunió a figuras destacadas como la gobernadora Katie Hobbs, el senador Mark Kelly y el congresista Rubén Gallego, quien busca ocupar el escaño de Kyrsten Sinema.
La intervención de Harris se produjo horas antes del expresidente Donald Trump en Glendale, generando un contraste marcado entre sus propuestas económicas. En su discurso, Harris abordó las preocupaciones sobre el aumento de precios en alimentos, culpando a las corporaciones y la especulación. “Una barra de pan cuesta un 50% más hoy que antes de la pandemia”, enfatizó, destacando que muchas empresas están reportando ganancias récord mientras los consumidores sufren.
La vicepresidenta prometió implementar una prohibición federal sobre la especulación de precios de alimentos si es elegida. “Trabajaré para aprobar la primera prohibición federal de la historia a la especulación con los precios de los alimentos”, declaró, mientras proponía sanciones a las empresas que se benefician de las crisis. Harris también subrayó la importancia de apoyar a las pequeñas empresas del sector alimentario, considerando la competencia como esencial para reducir precios.
Contrastando su enfoque con el de Trump, quien propone aranceles universales que Harris califica de “impuesto nacional a las ventas”, la vicepresidenta advirtió que tales medidas incrementarían los costos de productos esenciales. “Eso devastará a los estadounidenses”, sostuvo, afirmando que el plan de Trump podría costarle a una familia promedio cerca de 3,900 dólares al año.
Durante el evento, Harris enfatizó su compromiso con la clase media, describiéndola como “el objetivo definitorio de mi presidencia”. Su ambición incluye construir tres millones de nuevas viviendas en cuatro años y ofrecer incentivos fiscales a quienes desarrollen viviendas para compradores primerizos, destacando la necesidad de hacer la economía más accesible.
En un momento de su discurso, Harris criticó la retórica divisiva de Trump, describiéndolo como un “tirano mezquino” obsesionado con la venganza. “Él ha pasado una década tratando de mantener al pueblo estadounidense dividido y temeroso”, afirmó, diferenciando su enfoque, que prioriza el diálogo y la unidad. “A diferencia de Donald Trump, no creo que las personas que no están de acuerdo conmigo sean el enemigo”, añadió, instando a la cooperación en lugar de la confrontación.
Las encuestas recientes de Noble Prediction y la Universidad Estatal de Arizona sugieren que Harris tiene una ventaja considerable para ganar la presidencia, mientras que Gallego está en camino a lograr el escaño en el Senado. Esta dinámica se refleja en la creciente esperanza entre los demócratas de recuperar el control del Congreso, especialmente en un estado clave como Arizona.
La multitud, llena de banderas y carteles patrióticos, no solo aplaudió las propuestas de Harris, sino que también resonó con su llamado a la unidad. “Es hora de dejar de señalar con el dedo y comenzar a unir los brazos”, concluyó, mientras la energía del evento subrayaba el compromiso de su campaña con un futuro inclusivo y progresista.
Con la fecha de las elecciones del 5 de noviembre cada vez más cerca, Kamala Harris se posiciona no solo como una alternativa política a Trump, sino como una defensora de los valores democráticos que resuena con los desafíos económicos actuales que enfrentan muchas familias estadounidenses. Su visión de un país donde la clase media próspera parece ser el eje central de su mensaje mientras busca movilizar a los votantes en un momento crítico para el futuro del país.