Viven “peor que los perros”

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Por tener sus ojos torcidos (ser bizco) Martín Rodríguez, de 27 años, dice que de niño sufrió el rechazo de su familia y más adelante se sumó el trato cruel y burla de sus compañeros de escuela y ahora como “homeless”, las críticas y hasta condena generalizada de gran parte de la ciudadanía que señala a los indigentes de ser haraganes, irresponsables y viciosos.

Hay quienes hasta los tildan de delincuentes, si no a todos, sí a la mayoría.

“Pero no todos somos eso que dicen, aquí en la calle hay gente que pelea, molesta a los demás y se meten en problemas con la Policía, pero la mayoría tratamos de no causar molestias”, afirmó el joven méxico americano, que desde hace 3 años tiene como hogar la calle, donde sea, ya sea a un lado del canal entre la calle 9 y la 19 Avenida, algún lote vacío, callejones, banquetas y parqueaderos; casi siempre entre Indian School y Camelback.

Dijo el vagabundo que la vida en las calles es difícil, “peor que (la de) perro; hay veces que comes algo, hay veces que nada; tenemos que conseguir agua todos los días y ropa y tenis de vez en cuando”, confesó Rodríguez, quien tiene padres y hermanos, novia y 2 hijos de 12 y 6 años, pero no lo quieren en la casa.

Su familia lo corrió

Martín Rodríguez porta en la muñeca una pulsera con la frase en inglés One Day At Time (“Un día a la vez”, título de una popular canción de Los Tigres del Norte dedicada a los inmigrantes que sufren).

Dice el entrevistado mientras degusta un jugo de manzana que le regalaron: “Así se vive aquí, no es nada cómodo, a veces no tenemos ni que comer”,

PRENSA ARIZONA les presenta una entrevista con este indigente que desde hace 36 meses asegura haber sido echado a la calle por su familia, porque se quedó sin trabajo por la pandemia y ya no pudo ayudarles a pagar la renta y los ‘biles’.

Visiblemente agotado, algo andrajoso con una pequeña mochila de primaria ya muy sucia en la que trae solo una camiseta extra, calcetines y una trusa; Martin fue abordado por PRENSA ARIZONA, mientras permanecía sentado en cuclillas en la banqueta a las afueras de la entrada principal de la gasolinera QT de la Calle 3 e Indian School.

Acostumbra ese sitio para asearse cuando puede a escondidas de los empleados y aprovecha para hacer sus necesidades fisiológicas, se hidrata del agua de los lavamanos de los baños y regresa al exterior para pedir dinero a los clientes y automovilistas.

Luego de 3 intentos, el joven con raíces hermosillenses accedió hablar con este medio mientras, bajo los fuertes rayos del sol que caen a plomo en Phoenix, Arizona y gran parte del país pesar de ser temprano, siempre bajando la mirada y gesto de pena debido a su notable estrabismo, que ha sido en gran parte el motivo de su desgracia.

Esta es la entrevista presentada a modo de preguntas y respuestas:

¿Por qué vives en la calle?

“Porque no tengo a donde ir, mi familia no me deja regresar desde hace 3 años porque no tengo trabajo; cuando llegó la pandemia ya no pude trabajar y como no aportaba para los gastos y comida, me dijeron que me fuera; desde entonces vivo en la calle”.

Tienes 27 años y te ves fuerte ¿Por qué no trabajas?

“Casi en ninguna parte me quieren dar trabajo porque no puedo mirar bien. Desde que era niño en la misma familia algunos me hacían burla, lo mismo en la preparatoria (High School) y mejor me salí. Me metí a trabajar en lo que podía pero por el problema de la vista no duraba. Luego tuve a mis hijos con mi novia y empezaron los problemas porque pedían que llevara más dinero a la casa”.

¿Cómo es tu vida en la calle?

“Como dije antes es peor que un perro, porque a un perro la gente le da comida y lo trata bien; cuando tengo suerte me dan unas monedas, agua, otros comida y alguna ropa. En la calle se sufre, no es como muchos piensan que estamos acostados y de flojos, pero  no estoy aquí por gusto sino por necesidad”.

¿Por qué no te regresas con tus hijos y tu familia,

no es mejor que la calle?

“Ellos no quieren ni verme mientras no tenga dinero para los gastos; entonces, ya comprobé que no me quieren a mí, sino que les de dinero, pero ya veo muy poco y por eso no me dan trabajo”.

Por el calor van 20 muertos, es peligroso estar en la calle ¿Por qué no te vas a un refugio?

“Ya he estado en uno, se llama CASS, pero no me gustó porque ahí hay muchos problemas: robos, pleitos y mucho desorden, es mucho el descontrol”.

¿Qué es lo más peligroso

de vivir en la calle?

“Aquí en la calle nunca sabes qué pueda pasar, duermes donde puedas… en el piso sobre cartones, en la banqueta, al lado de paredes o bajo árboles; ahorita en el calor no duermes y puede haber alacranes; es algo peligroso también porque algunos que viven en la calle pueden ser delincuentes y a veces te pueden atacar para quitarte algo y hay que estar bien alertas”.

¿Qué te dicen las personas en la calle?

“Muchos ni nos voltean a ver, otros se nos quedan viendo feo, pero hay otros que nos llaman flojos, nos dicen que nos pongamos a trabajar; hay otros que desde el carro nos insultan y nos llaman ‘pinches huevones’. No les digo nada aunque se siente coraje porque juzgan sin conocer, piensan que todos somos igual pero no es así”.

¿Tienes planeado regresar con tu familia

algún día?

“En estos 3 años me he dado cuenta que no me quieren, así que no los buscaré; además de donde les doy dinero, no puedo trabajar porque me sigue acabando la vista. Me voy a quedar a vivir aquí, donde nos dejen quedar; aquí he hecho unos buenos amigos”.

¿Algún mensaje a la comunidad?

“Gracias a los que nos dan algo, a los que nos insultan que Dios los bendiga y no sean injustos; no todos los que vivimos en la calle somos delincuentes; estamos aquí por necesidad y porque nuestra familia nos rechaza”.

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