Maritza L. Félix
Periodista
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Arizona tiene más de 26 años enfrentándose a una sequía extrema. A principios de este 2023, Río Verde Foothills, una comunidad de unas 600 casas justo al lado de Scottsdale se quedó sin agua. Los residentes abrían las llaves y nada. No podían ducharse ni tenían qué beber. No son un caso aislado.
Los desarrolladores de viviendas siguen presentando planes de construcción que están lejos de ser sostenibles si no se resuelve la crisis de agua. El desafío de asegurar el abastecimiento de este líquido por los próximos 100 años en Arizona llevó al exgobernador Doug Ducey hasta Israel, otro desierto en el que se las han ingeniado para obtener el vital líquido de donde sea, incluso de un manantial natural al que pocos le prestan atención: el aire.
Ducey se enfocó en la opción de desarrollar una planta desalinizadora en Arizona y poco habló del agua potable atmosférica, una opción rápida, no tan costosa y que requiere mucha menos inversión para atender desde ya la escasez de agua en comunidades como la de Río Verde Foothills. Nosotros, en cambio, nos atrevimos a tomar agua del aire.
Pareciera ciencia ficción, pero no es así. Durante mi recorrido por Israel conocí a Micky Shoham, el representante de ventas para Latinoamérica de WaterGen, una compañía de Israel que se dedica a convertir el aire en agua potable… es decir, del cielo a un vaso.
Las oficinas de WaterGen están no muy lejos del centro de Tel Aviv, son espaciosas y sin mayores lujos. En todos los lugares hay un dispensador de agua purificada, como los que vemos casi en cualquier lugar. La diferencia es que no tienen garrafones, sino que el agua que nos ofrecieron desde que cruzamos el umbral era producida esa misma mañana del aire. Ese día no era distinto a los otros. No había ventarrones ni lluvia, no había condiciones especiales en el tiempo y el agua seguía fluyendo.
Las máquinas de WaterGen pueden producir más de 6000 litros diarios de agua potable. No se usa para lavar ropa o baños, ni para llenar la piscina o para bañarse, es 100% para el consumo humano.
Pero ¿cómo funciona? Es sencillo. El aire entra a un generador de agua atmosférica y pasa por un proceso de condensación que elimina el aire, el polvo y la suciedad con un filtro. Algo así como un aire acondicionado. Luego se le agregan minerales y ¡listo! Uno presiona un botón y puede obtener agua del aire en casi cualquier condición atmosférica, adentro de un edificio, en la selva o incluso adentro de un auto.
Israel, aún con sus limitaciones y el desierto árido, produce 20% más agua de la que consume. Lo ha hecho a través de la innovación y la tecnología. Como un ejemplo, trata y recicla el 86% del para operaciones agrícolas y la meta es aumentar esa cifra a un 95 por ciento para el 2025.
A través de organizaciones sin fines de lucro, máquinas de todos los tamaños de Watergen se han instalado en escuelas, clínicas y hospitales, y comunidades rurales en muchos países de América Latina y África. Con la ayuda de esas mismas organizaciones, WaterGen ha dado ayuda humanitaria con agua incluso a los enemigos políticos de Israel.
Y por si tenían la duda de cuánto cuesta una máquina, la más pequeña, la de uso casero, unos 4 mil dólares y la más grande, de uso industrial hasta 180 mil.
Los arizonenses están preocupados por la crisis del río Colorado, el suministro de agua y el cambio climático, pero poco saben de cómo poner su granito de arena, además de limitar el uso y consumo del agua… los arizonenses no quieren llegar a los tandeos y otras medidas que han tomado en su momento estados como Sonora, en México, y en una encuesta informal realizada por Conecta Arizona confirmaron que sí estarían dispuestos a tomarse un cafecito con esa agua del aire.
***Estas columnas, reportajes e historias fueron posible gracias al apoyo de la organización Fuente Latina.
Maritza L. Félix es una periodista, productora y escritora independiente galardonada con múltiples premios por sus trabajos de investigación periodística. Es la fundadora de Conecta Arizona, la productora del podcast Cruzando Líneas y la coproductora y copresentadora de Comadres al Aire. Es becaria Senior programa JSK Community Impact de Stanford, The Carter Center, EWA, Fi2W, Listening Post Collective, Poynter y el programa de liderazgo e innovación en periodismo de CUNY, entre otros.