En el árido clima arizonense, la deshidratación puede ocurrir en menos de 30 minutos bajo el sol. El ADHS recomienda beber un litro de agua por hora. Foto: Cortesía /
En Arizona, el verano no es solo una estación: es un desafío climático que exige preparación. Con temperaturas que superan los 43°C en ciudades como Phoenix y Tucson, y un índice UV catalogado como “extremo” por la Organización Meteorológica Mundial, familias y visitantes deben adaptar sus rutinas para evitar riesgos. Expertos del Arizona Department of Health Services (ADHS, por sus siglas en inglés) y diversas organizaciones sociales comparten estrategias prácticas, arraigadas en la realidad del desierto.
En el árido clima arizonense, la deshidratación puede ocurrir en menos de 30 minutos bajo el sol. El ADHS recomienda beber un litro de agua por hora durante actividades al aire libre, incluso sin sentir sed.
Para niños, las soluciones electrolíticas sin azúcar son clave tras jugar en parques como el Papago Park. Incluya alimentos locales como la tuna —rica en agua y antioxidantes— en meriendas, y evite el alcohol: reduce un 20% la capacidad del cuerpo para retener líquidos, según estudios de la Universidad de Arizona.
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Arizona registra más de 3,000 visitas anuales a urgencias por enfermedades relacionadas con el calor. Síntomas como piel seca y caliente, confusión o náuseas requieren acción inmediata.
“Encuentre sombra bajo un mezquite o palo verde, árboles nativos que ofrecen mejor cobertura”, sugieren meteorólogos y si viaja a zonas remotas como el Cañón del Antílope, lleve bolsas de hielo instantáneo (disponibles en tiendas de camping) para colocarlas en axilas e ingles.
Las ciudades habilitan cooling centers en bibliotecas y centros comunitarios, pero verifique horarios en apps como AZ Heat Relief Network.
El 90% de los rayos UV atraviesan las nubes, y en Arizona, la altitud aumenta su intensidad. Use bloqueador mineral (óxido de zinc o titanio) con FPS 50+, y reaplíquelo cada 80 minutos. Sombreros de ala ancha y ropa UPF 50+ son indispensables, incluso en paseos urbanos como el Roosevelt Row Arts District.
Para niños, las gorras con cubrenucas integrados —vendidas en farmacias como Arizona Community Pharmacy— previenen quemaduras en la nuca, zona comúnmente olvidada.
El verano arizonense trae riesgos únicos
- Fiebre del Valle (Valley Fever): Infección causada por esporas en el suelo desértico. Evite cavar en áreas secas y use mascarilla en excursiones a zonas polvorientas como South Mountain Park.
- Enfermedades hídricas: Las piscinas públicas pueden albergar Cryptosporidium, parásito resistente al cloro. Dúchese antes y después de nadar, y enseñe a los niños a evitar tragar agua.
- Monzones y mosquitos: Las lluvias estivales crean charcos donde proliferan mosquitos portadores del Virus del Nilo Occidental. Elimine agua estancada en neumáticos o macetas, y use repelentes con picaridina, más efectivos según estudios del Maricopa County Environmental Services.
Artículos esenciales
Toallas evaporativas (se activan con agua). Un silbato para pedir ayuda en senderos montañosos. Tarjeta con números de emergencia locales (el 911 en Arizona incluye soporte en español). Snacks como dátiles de Yuma, que aportan energía sin deshidratar.
Comunidades como los Tohono O’odham enseñan técnicas ancestrales: tejer sombreros con fibras de sahuaro o programar actividades al amanecer, cuando el desierto está más activo. “El calor no es enemigo si lo respetas”, dice Elena Martínez, guía turística en Sedona.
En un estado donde el verano redefine los límites, la seguridad depende de mezclar ciencia, tradición y respeto al entorno.
Con estas estrategias, las familias no solo sobreviven al calor arizonense: descubren que hasta el desierto más implacable guarda momentos mágicos bajo las estrellas.
En verano aumenta el riesgo de accidentes de niños en albercas
En Arizona, el verano no solo despliega termómetros que superan los 43°C, sino que también expone a los niños a riesgos domésticos que requieren atención urgente. Entre ahogamientos en albercas, muertes por hipertermia en vehículos y quemaduras por superficies escaldantes, la temporada exige estrategias adaptadas al rigor del desierto.
Según el Departamento de Salud de Arizona (ADHS, por sus siglas en inglés), en 2022 se registraron 20 muertes infantiles por ahogamiento, mientras Phoenix lidera a nivel nacional en fallecimientos de menores olvidados en autos. Expertos locales y programas comunitarios ofrecen claves para transformar los hogares en refugios seguros.
Con el 80% de las viviendas en Arizona equipadas con piscinas, la prevención comienza con medidas más allá de las exigencias legales. Aunque la ley estipula cercas de 1.2 metros, organizaciones como el Phoenix Children’s Hospital recomiendan sensores de movimiento en puertas y cubiertas automáticas para piscinas, ya que un niño puede ahogarse en solo 20 segundos sin emitir sonidos.
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Cursos gratuitos de reanimación cardiopulmonar (RCP) en bibliotecas, como la de Mesa, y aplicaciones como PoolEye —que detectan caídas al agua mediante inteligencia artificial— complementan estas medidas. Además, evite confiar en flotadores inflables, que no sustituyen la supervisión constante de un adulto.
Un estudio de la Arizona State University reveló que en solo 10 minutos, el interior de un auto estacionado en Phoenix puede alcanzar los 71°C, suficiente para causar un golpe de calor fatal en un niño.