Lo conocí en Naharia, en Israel, a unas 7 mil 300 millas de Phoenix, en una pequeña clínica comunitaria. Eran casi las 6:00 de la tarde y el consultorio estaba lleno de pacientes que lo esperaban tranquilos en una pequeña sala de estar. Casi todos todavía portaban el cubrebocas, pero aun así se notaba que sonreían al verlo. Él los saludaba con un hebreo que se notaba aprendido, pero le fluía natural. El acento, la sonrisa y el sentido del humor lo delataron: era mexicano.
Samuel Tobías es neurocirujano en el Centro Médico de la Galilea Occidental y fue nombrado como uno de los 101 mexicanos destacados en el extranjero por la revista Líderes por su labor no solo en el campo médico si no de justicia social en Israel, su segunda patria, un lugar en el que ha tenido que enfrentarse con la guerra, la política y su juramento de salvar vidas.
Me senté a platicar con él en medio del caos de un día largo de consulta, entre pacientes que van a seguimiento y las guardias en el hospital. Se le veía cansado, pero ni la bata podía ocultar ese espíritu rebelde que se le nota en los gestos y en el cabello largo arreglado en una coleta larga.
Fue franco. La política lo hastía. Tiene años trabajando en una de las zonas de conflicto más rudas del mundo y que estos días vuelve a robar titulares por la religiosidad y la violencia. Él también se ha hecho noticia: salva las vidas de los sirios, los refugiados, los palestinos y otros que han sido denominados el enemigo. En su quirófano han estado terroristas y fanáticos… aquellos a quienes el sistema hubiera preferido dejar morir para honrar el luto nacional. Al principio lo hizo en silencio, hasta que la necesidad superó el secretismo.
“Cierto que cometió un crimen, no lo puedes negar, pero tú como médico o como neurocirujano no puedes hacer esta labor de ser juez y dictar sentencia cuando vienen un paciente herido”, suspiró.
Quizá ese era su destino. Siempre quiso hacer medicina social desde el juramento y no del privilegio. Además, es migrante. Tobías se siente con un pie en ambos mundos. Es judío por herencia y nacimiento, y mexicano por esos lazos de la sangre que bombean hasta el corazón. Por ninguna de las patrias daría la vida, pero irónicamente salva las de aquellos que deciden sacrificarla.
En medio de su caos cotidiano, no hay tregua. Hay días de expedientes de rutina y otros de bombardeos, explosiones y cirugías de emergencia. Y entre la historia y el presente, busca una paz interior que a veces no coincide con la guerra que se vive afuera del hospital. Sabe que mientras Israel no separe el estado de la religión será difícil navegar en agua mansas.
***Estas columnas, reportajes e historias fueron posible gracias al apoyo de la organización Fuente Latina.
Maritza L. Félix es una periodista, productora y escritora independiente galardonada con múltiples premios por sus trabajos de investigación periodística. Es la fundadora de Conecta Arizona, la productora del podcast Cruzando Líneas y la coproductora y copresentadora de Comadres al Aire. Es becaria Senior programa JSK Community Impact de Stanford, The Carter Center, EWA, Fi2W, Listening Post Collective, Poynter y el programa de liderazgo e innovación en periodismo de CUNY, entre otros.