La inflación está bajando: los nuevos datos publicados el miércoles mostraron que los precios aumentaron un 8,5 por ciento respecto al año anterior, pero eso es una mejora con respecto a junio, cuando los precios subieron un 9,1 por ciento.
La tasa de inflación mensual también se mantuvo estable, lo que significa que, en general, los precios no aumentaron a partir de junio.
La desaceleración del mes pasado, impulsada en gran medida por la caída de los precios del combustible, es un paso significativo en la dirección correcta. Pero Estados Unidos todavía está muy lejos del objetivo de la Reserva Federal de una inflación anual del 2 por ciento y la mala noticia es que es probable que los altos precios de muchos bienes y servicios se mantengan por un tiempo.
Eso no significa que los precios vayan a disminuir rápidamente o a volver a los niveles previos a la pandemia, sólo aumentarán lentamente, en lugar de seguir disparándose.
Así es como funciona la política de la Fed. El banco central no está tratando de bajar los precios, sino de controlar la tasa de aumento para que suban a un ritmo más lento y estable.
Pero el hecho de que los precios en su conjunto sigan aumentando no significa que todo vaya a ser así de caro para siempre. Los precios de muchos bienes aumentaron considerablemente durante la pandemia a medida que la demanda de bienes se disparó, y los economistas dicen que ciertas categorías podrían eventualmente ver algunas disminuciones de precios.
Los estadounidenses ya han visto ocurrir algunas de esas caídas de precios. Los precios de la gasolina cayeron un 7,7 por ciento respecto al mes anterior, según el informe del índice de precios al consumidor publicado el miércoles. Después de alcanzar un máximo de más de $5 por galón en junio, los precios de la gasolina han estado cayendo constantemente durante semanas, aunque siguen siendo casi $1 más altos que hace un año.
