Los disturbios no están lejos

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Salvador Reza

Phoenix, Aztlán

srza@aol.com

602.446.9928

(Donde vive el espíritu de la verdad)

La aparición estelar de Edward James Olmos en la película “Zoot Suit” en agosto de 1981 revivió los eventos que tuvieron lugar en Los Ángeles del 3 al 8 de junio de 1943; Luis Valdez de Teatro Campesino dirigió la película y destacó la violencia racial con mezcla de fervor patriótico que se apoderó de las calles de Los Ángeles. Los disturbios Pachucos  (Zoot Suit), dejaron en sus secuelas a cientos de mexicanos, filipinos y africanos heridos, muertos o desnudos.

Bajo el pretexto de hacer cumplir el mandato de guerra y minimizar el uso de telas y hacer uniformes para las tropas, los Zoot Suiters fueron atacados por violar las restricciones de vestimenta para ayudar la guerra.

Hacer pantalones Zoot Suit y vestidos largos mexicanos estaba estrictamente prohibido; los  que llevaban vestimenta  de Pachuco fueron acusados de ser antipatrióticos arrestados, violados y deportados por usar ropa prohibida. (Reza, Salvador, “Voz Fronteriza.” vol. 7, no. 2, Página 6, diciembre de 1981. JSTOR)

Los trajes Zoot fueron adaptados de la moda de Nueva York, Chicago y Detroit en la década de 1930, cuando los pantalones de campana se usaban con elegantes trajes de solapa ancha en la escena musical.

Pronto estos fueron integrados en los barrios mexicanos por los “Pachucos”, una versión de rebeldes con causa que se negaba a asimilarse al mundo blanco, haciendo alarde de sus Zoot Suits como diciendo: “Soy un pachuco y qué”.

No fue visto con ojos amables por los poderes anglo sajones y aunque los mexicanos estaban sobrerrepresentados per cápita en las filas que servían en la Segunda Guerra Mundial, el personal militar de todos varios estados se movilizó en Los Ángeles para darles una lección; las mujeres tampoco se salvaban si usaban vestidos largos mexicanos de la moda.

El pretexto para los disturbios fue un tiroteo fuera de Los Ángeles, supuestamente por Zoot Suiters, las consecuencias fueron el terror de la comunidad mexicana en Los Ángeles.

Una escena no tan diferente a las constantes redadas de Arpaio que comenzaron en el otoño de 2007 en el condado de Maricopa de Arizona y continuaron hasta la desaparición de Arpaio en 2016; fueron 8 años de terror puro para la comunidad mexicana.

Un precedente que prevalece aún hoy dentro de las filas de la Oficina del Sheriff del Condado de Maricopa; encontrado en desacato nuevamente el año pasado por retrasar las audiencias de quejas hasta dos años en sus prácticas discriminatorias dispares contra individuos de apellido en español, pues aún hoy, los mexicanos y los indígenas tienen más probabilidades de ser detenidos por más tiempo, interrogados y arrestados.

Lo triste es que a menos que tomes una clase de Estudios Xicano en alguna Universidad que todavía enseña el tema, ni siquiera sabrás la historia de discriminación que nuestros predecesores tuvieron que soportar.

Si dejas esto al jefe del Departamento de Educación, Tom Horne, enseñar esta historia sería motivo de despido por violar lo que él llama Teoría Crítica de la Raza. En otras palabras, está prohibido enseñar historia desde la perspectiva de los desposeídos y el problema es que no estamos tan lejos de repetir las mismas atrocidades y todo lo que necesitamos es que nuevamente sea elegido Trump.

Se podría desencadenar la xenofobia latente justo debajo de la piel de las masas alimentadas constantemente con el temor de una invasión que podría desatar una respuesta que haría que el 6 de enero pareciera solamente un ensayo. 

Las atrocidades de la era de Zoot Suit podrían volver a ocurrir si no enseñamos la verdadera historia no adulterada de las personas “de color equivocado” que viven en los Estados Unidos.

No olvidemos los disturbios raciales de Zoot Suit, ni las redadas antimexicanas impulsadas por Arpaio; al igual que en la década de 1940, no podemos luchar contra la agresión rusa en el continente europeo mientras ignoramos la xenofobia en el patio del vecino.

El espíritu de Arpaio está vivo y bien alimentado por la Doctrina del Destino Manifiesto que mantiene alimentando al monstruo de la superioridad racial que sigue vigilando a los aborígenes y otras personas de color “equivocado”.

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