Abril es el Mes Nacional de la Salud de las Minorías, un recordatorio poderoso de la necesidad urgente de enfrentar las desigualdades en salud que afectan a millones de personas en todo el país. En esencia, la equidad en salud significa que todas las personas tengan una oportunidad justa y equitativa de vivir su vida en las mejores condiciones de salud posibles.
Desafortunadamente, factores sistémicos —que van desde el acceso a atención médica de calidad, vivienda segura y educación, hasta disparidades sociales y económicas subyacentes— suelen representar obstáculos significativos para los grupos minoritarios raciales y étnicos.
Los datos son claros y alarmantes. En Arizona, las personas negras tienen aproximadamente un 25% más de probabilidad de sufrir enfermedades cardíacas que las personas blancas no hispanas. Las desigualdades en salud se extienden a diversas condiciones médicas, afectando de manera considerable la calidad y la esperanza de vida de las comunidades minoritarias. Comparado con otros grupos raciales, las personas negras o afroamericanas tienen mayor probabilidad de desarrollar cáncer y presentan la tasa de mortalidad más alta por esta enfermedad.
De manera similar, la comunidad hispana enfrenta desafíos particulares. Según el Informe Nacional de Estadísticas de Diabetes 2021 de los CDC (datos ajustados por edad de 2019-2021), los adultos hispanos tenían aproximadamente un 70% más de probabilidades de ser diagnosticados con diabetes en comparación con los adultos blancos no hispanos. Además, las personas hispanas presentan la segunda tasa más alta de mortalidad por cáncer de hígado, mientras que las mujeres hispanas tienen la segunda tasa más alta de mortalidad por cáncer cervicouterino, después de las mujeres negras no hispanas.
Comprender estas desigualdades exige analizar los determinantes sociales de la salud, como el acceso y la calidad educativa, el entorno del vecindario, la estabilidad económica, el contexto social y comunitario, y el acceso a la atención médica. Todos estos factores influyen profundamente en los resultados de salud y son claves para garantizar que cada persona pueda alcanzar su máximo potencial de bienestar.
Promover la equidad en salud implica esfuerzos estratégicos para derribar barreras. También significa adaptar los servicios de salud a las necesidades específicas de comunidades diversas.
El Mes Nacional de la Salud de las Minorías nos reta a reafirmar nuestro compromiso con la equidad real en salud. Los datos muestran claramente en qué hemos fallado. Podemos —y debemos— hacerlo mejor. Aprovechemos esta oportunidad para impulsar un cambio duradero, asegurando que la equidad en salud no sea solo un ideal, sino una realidad vivida por todos, sin importar su origen racial o étnico.
Dra. Sarita Warrick
Chief Medical Officer, Optum-Arizona