El gobierno de Donald Trump planea recortes no solo a Medicaid, sino también al Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) que provee alimentos a familias de bajos recursos. Foto: Cortesía / Freepik
Mientras legisladores republicanos impulsan drásticos recortes a Medicaid y al programa de asistencia alimentaria SNAP, una coalición de demócratas, organizaciones civiles y proveedores de salud advierten que la medida no solo dejaría sin atención a millones de personas, sino que desencadenaría una crisis económica comparable a la Gran Recesión.
Casi dos millones de arizonenses, entre ellos niños con cáncer, adultos mayores con diabetes y trabajadores de bajos ingresos, dependen de Medicaid o en Arizona Sistema de Contención de Costos de Salud (AHCCCS, por sus siglas en inglés) para acceder a tratamientos médicos; en condados rurales y tribales como Apache y Navajo, donde casi la mitad de la población está inscrita en el programa, el impacto sería catastrófico.
“Sin este apoyo, hospitales cerrarán y las salas de emergencia colapsarán”, alertó el senador Rubén Gallego.
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Los informes del AHCCCS y la Fundación de la Cámara de Arizona detallan que 65,000 personas en quimioterapia y 663,000 con condiciones de salud mental perderían acceso a servicios especializados.
“Hablamos de padres que renuncian a todo para cuidar a sus hijos. ¿Qué haremos sin ellos?”, cuestionó Candy Espino, del Consejo de Proveedores de Servicios Humanos.
Los recortes propuestos no son un mero ajuste presupuestario: según análisis, desmantelarían empleos en sectores clave, desde la salud hasta la agricultura, y reducirían ingresos laborales en miles de millones.
La expansión de Medicaid, aprobada en 2013 y ahora bajo amenaza, evitó que Arizona siguiera los pasos de estados como Kentucky y Arkansas, donde límites similares llevaron a quiebras hospitalarias y aumento de personas sin cobertura.
“Esto no es ideología, es matemática pura: sin Medicaid, todos perdemos”, resumió Gallego. En distritos como el 3 de Arizona, la representante Yassamin Ansari, se anticipa la pérdida de empleos y actividad económica vital para comunidades ya vulnerables.
En paralelo, los planes para recortar el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) que provee alimentos a familias de bajos recursos, podrían profundizar la inseguridad alimentaria.

“No es solo un plato de comida: cada dólar invertido activa economías locales”, subrayó el senador Mark Kelly.
Durante la pandemia, el programa sostuvo empleos en supermercados y evitó que miles cayeran en pobreza extrema.
Sin embargo, republicanos insisten en que los ajustes son necesarios para “equilibrar la economía”, aunque no detallan cómo protegerán a quienes, según Kelly, “tendrán que elegir entre medicinas y comida”.
Cuando la austeridad cuesta más
Arizona ya vivió esta crisis en 2011, cuando recortes estatales a Medicaid llevaron al cierre de clínicas rurales y listas de espera interminables y ahora, en un escenario postpandémico con demanda récord en salud mental, organizaciones temen un colapso aún mayor al afirmar que sin prevención, los costos sociales se dispararán con más encarcelamientos y más emergencias.
“Sin Medicaid, la gente recurrirá a salas de emergencia, saturando el sistema”, advirtió el senador Rubén Gallego.
La experiencia de otros estados es aleccionadora. En Arkansas, la reducción de Medicaid dejó a miles sin acceso a tratamientos para enfermedades crónicas, saturando hospitales públicos.
“Arizona no puede permitirse ese error”, insistió Espino.
Demócratas acusan a los republicanos de priorizar recortes fiscales para los más ricos sobre el bienestar colectivo.
“Es un intercambio perverso: quitar el pan a los pobres para dar dulces a los millonarios”, denunció Greg Stanton, congresista por el Distrito 3 de Arizona.
“Su plan aumenta el déficit mientras sube primas de seguros para todos”, agregó Stanton.
Yassamin Ansari añadió que, incluso quienes tienen seguro privado, pagarán más: “Los costos se trasladarán a empresas y familias”.
Las negociaciones, realizadas a puerta cerrada, han excluido propuestas bipartidistas que buscaban proteger servicios esenciales con ajustes moderados.
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Mientras tanto, organizaciones civiles preparan testimonios de beneficiarios para visibilizar el rostro humano de los programas.
“No son estadísticas: son abuelas que eligen entre comer o comprar insulina”, dijo Kelly.
Con el Congreso federal próximo a debatir el presupuesto, Arizona se enfrenta a una encrucijada: proteger un sistema de salud que es modelo nacional o sucumbir a una austeridad que, según expertos, ahondará desigualdades sin resolver déficits.
Como resume Espino: “Proteger Medicaid es proteger el futuro de todos”.