Salvador Reza
Phoenix, Aztlán
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(Donde vive el espíritu de la verdad)
En el verano de 1992 salió un tributario de San Bernardino, California, como parte de una corriente espiritual que se levantaba alzando vientos y tolvaneras desde Tok, Alaska, hasta Quito, Ecuador.
En 1990 representaciones de los pueblos originales de Abya Yala se habían congregado en Quito, Ecuador para hablar sobre lo que se avecinaba de parte del aleteo del Águila del Norte y El Cóndor del Sur con motivo de la celebración invasora a 500 años del arribo de un marinero perdido con sed de oro y enfermo de lujuria que contagio al continente entero de maldad, odio y avaricia.
Allí se acordó que el tiempo de enseñar la sabiduría guardada por quinientos años en la oscuridad, había llegado y de allí se recordó la profecía del Águila del Norte y el Cóndor del Sur, donde los bastones emplumados abrirían el paso con arboles andantes convertidos en bastones sagrados que enviarían sus rezos atados en plumas de águilas y cóndores acompañados de todas las aves que habitaban la madre tierra.
El propósito no solo era oponerse a la mentira de un “encuentro amistoso” entre dos culturas sino quitar la venda de la mentira para las futuras generaciones que no siguieran perdidos en el alcoholismo, la drogadicción y embebidos en doctrinas ajenas al bienestar de la Madre Tierra con los cuatro elementos de la creación.
En mi caso particular la corriente espiritual me sacó de las cantinas, la drogadicción, y la enajenación de las áreas urbanas como Los Angeles, California y me llevó por la ruta de las migraciones ancestrales por los desiertos de Arizona, las montañas de Chihuahua, las playas de Sinaloa hasta terminar en los templos sagrados de Teotihuacán.
Recorrimos paso a paso territorio Cahuilla, Odham, Dineh (apache), Tigua, Raramuri, Yaqui, Mayo, Wirrarika, Purépecha, Masawa y muchos más y en cada lugar se hacia ceremonia, se explicaba y se escuchaba, se aprendió y se compartió, pero nunca se impuso.
Con nuestros propios ojos, con nuestros propios sentidos, vimos como el círculo es la forma de comunicación de los pueblos en el continente entero; el elemento del fuego es quien guía nuestros pasos desde Alaska hasta Argentina, el agua nos da vida y nos purifica en los mares y ríos por donde pasamos, el viento alimenta el alma y acaricia nuestros cuerpos en cada respiro, en cada paso del corredor, y la tierra nos nutre con sus frutos y siente nuestro corazón en cada paso que damos alzando el bastón sagrado con los rezos del continente.
El mensaje de la Madre Tierra y los elementos sagrados se transmiten por los emplumados y aquellos que están atentos captan no solo el mensaje político de la falsedad de la celebración de 500 años de armonía sino también el mensaje de que es hora de despertar.
Ese mensaje asusto al gobierno de México y estoy seguro a todos los gobiernos coloniales, tan pronto como entramos a Juárez, gobernación puso un encargado que quería saber cada paso que íbamos a dar, generalmente le dábamos diferentes versiones y al último venía a preguntarnos que porque le decíamos tantas mentiras.
Después en las afueras de Ajijic, en Guadalajara, se presentó un coronel del ejército al ver como pueblos enteros bajaban de los cerros a danzar y dar tributo a los bastones sagrados.
A eso de las 7 de la tarde el Presidente Municipal se acerco a pedirnos que por favor termináramos la ceremonia porque el pueblo estaba rodeados de soldados; allí me di cuenta del miedo que los gobiernos todavía tienen a un despertar de los pueblos originales.
