Tonatierra

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Salvador Reza

Phoenix, Aztlán

srza@aol.com

602.446.9928

(Donde vive el espíritu de la verdad)

El ritual cíclico de elecciones se llevará a cabo este noviembre para elegir diferentes oficiales electos; la ilusión de que nosotros determinamos cómo y quién nos  representa es un ritual muy antiguo que no está basado en la realidad.

En la política como en los negocios el patrón es el dinero y los políticos que alcanzan el éxito son aquellos que aprenden la lección del que al que tienen que responder es al dinero.

El dinero les financia sus campañas, el dinero les consigue anuncios en la televisión, el dinero les financia proyectos destructores de barrios como el tren ligero, Campus universitarios, y otros.

También el dinero les conseguirá puestos lucrativos después de que se retiren de la política.

En mis 50 años como organizador, he cultivado amistad y tratado con muchos políticos; en su juventud universitaria la mayoría dicen que quieren ingresar a la política para mejorar su comunidad, su barrio, su pueblo, su gente y en su inocencia la mayoría sí  lo cree.

Luego se involucran en organizaciones como San Diego Chicano Federation, Chicanos por la Causa en Phoenix, Mi familia Vota y campañas sindicales, al mismo tiempo que estudian en universidades, colegios comunitarios, siempre con el sueño de volver al barrio.

El barrio se puede llamar Logan Heights, el Segundo barrio, East L.A., Cuatro Milpas, Garfield, Ysleta, el nombre es lo de menos, pero las condiciones de pobreza, drogadicción, abuso policiaco, mala educación en las escuelas, son el común denominador de todos estos barrios.

Si me dieran 1 dólar por todas las veces que he escuchado a los jóvenes universitarios decir: “Cuando me gradué como abogado voy a volver al barrio para defender a mi gente, cuando me gradué de médico volveré al barrio para poder curar a mi gente, cuando sea profesor abriré una escuelita en el barrio para que los morros no les pase lo que me pasó a mí”, sería millonario.

20 años después cuando ya son abogados, doctores, presidentes de asambleas políticas en California, ingenieros, y me los encuentro en restaurantes como el Pitic, El Rancho Chico, La Barquita, y después de un caluroso saludo les pregunto. 

“¿Y por qué aprobaste que enviaran la Guardia Nacional a la frontera cuando tu familia se vino de indocumentada?”

Su contestación: “Es que tu no entiendes Reza, fue una movida para que no militarizaran la frontera”.

Le pregunto al que se graduo de abogado.

“¿Y dónde trabajas?” Trabajo para una corporacion de inversionistas en el Barrio, compramos las casas viejas y las convertimos en ‘lofts’, estamos mejorando el barrio.

¿Y las familias?

“Pues les compramos el terreno porque las casas ya no valen nada.

Y pa’ dónde se van. Pues ese es asunto del ayuntamiento. Nosotros no somos beneficencia pública. We are all business”.

Y así me encontrado diferentes profesionales que entraron gracias al movimiento Chicano y la lucha por abrir las universidades a través de acción afirmativa que ahora son profesores universitarios, políticos, doctores, abogados y el patrón es similar: se individualizaron, aprovecharon el empujón, y después se olvidaron de la razón por la que entraron a luchar.

Individualmente muchos se beneficiaron, pero los que se quedaron atrás entraron a la universidad de las prisiones federales, y estatales siguiendo el dinero pero por la vía del narcotráfico. Y el que simplemente se quedó de obrero, allí sigue en el Barrio esperando en su casita que duró 30 años en pagarla, para verla ser aplastada por el voto del amigo de su niñez.

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