Alrededor de 5 mil personas se manifestaron en el Capitolio del Estado el pasado fin de semana manifestando su descontento ante las políticas del gobierno federal y porque considera autoritaria a la administración Trump. CORTESIA: Jimmy Cortez
Miles de personas se manifiestan en al menos 40 diferentes puntos del estado
Bajo un sol inclemente que superó los 38°C, miles de arizonenses inundaron el Capitolio estatal y calles del Valle del Sol en las protestas nacionales “No Kings”, la movilización, que reunió a unas 5,000 personas según el Departamento de Seguridad Pública (DPS), contrastó con el desfile militar en Washington para celebrar el cumpleaños del presidente Donald Trump.
Con más de 40 protestas sólo en el Valle del Sol y 2,000 en Estados Unidos, “No Kings” demostró que el descontento traspasa fronteras ideológicas.
En medio de banderas mexicanas y salvadoreñas, símbolo de comunidades afectadas por redadas migratorias, los discursos enfatizaron dos ejes: las deportaciones masivas y el reciente asesinato de legisladores demócratas en Minnesota.
La concejal Ana Hernández declaró: “La violencia política y los asesinatos políticos son reales y no pueden ser tolerados”. Un minuto de silencio honró a las víctimas.
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Roberto Reveles, histórico líder de derechos civiles, recordó el legado racista de Arizona: “El racismo es un lujo muy caro”, señaló, aludiendo a los millones que aún pagan contribuyentes por demandas contra el exsheriff Joe Arpaio.
Los altercados reportado ocurrieron cuando un supuesto simpatizante de Donald Trump fue detenido blandiendo un arma y cuando un hombre en camioneta arrebató una bandera mexicana a un manifestante, lanzó agua y huyó.
Frente a esto, la respuesta fue más unidad: “Estamos aquí para hablar por los que no pueden hablar”, afirmó Cindy Mendoza, de 31 años, con los colores de México pintados en su rostro. Relató cómo amigos fueron detenidos en gasolineras durante redadas del Departamento de Seguridad Nacional y su brazo operativo ICE.
Julie Gunnigle, ex candidata a fiscal del condado de Maricopa, denunció el lucro con las deportaciones: “Arizona es el punto cero para empresas como GEO Group”, pues sus acciones se dispararon tras la elección de Trump.

Republicanos Disidentes
En el conservador bastión de Scottsdale, 1,000 personas desafiaron el calor en la esquina de Scottsdale y Camelback Roads.
Kari Tannenbaum, abogada con 40 años de experiencia, portaba una calcomanía con el nombre de Trump tachado: “Él actúa como un rey. Deporta a personas inocentes y desobedece todas las leyes”.
Susan Coltrara, hija de refugiados alemanes de los años 30, llevaba un cartel con fechas clave: Pearl Harbor, 11-S y 6 de enero de 2021 y bajo ellas, una cita de Martin Luther King Jr.: “Nuestras vidas comienzan a terminar el día que guardamos silencio sobre lo que importa”.
Mike Yarnall, de 68 años, protestó por sus hijas: “Tenían más derechos a los 15 que ahora en sus veinte” y aunque Arizona protege el aborto en su constitución, teme por las políticas federales contra la píldora mifepristona.
Sean Kilburn, residente desde 1987, no puede votar por una condena por marihuana en los 90: “Es apartarse o intensificarse. Es insostenible e intolerable, y yo no voté por ello”, pero su voz sustituyó el voto perdido.
Al cierre de varios eventos los organizadores pidieron apoyar al comité “Defend the Taxpayers” para desafiar al congresista republicano David Schwiekert.
Mark Pelofsky, con una bandera estadounidense en su casco, resumió la esperanza: “Arizona es un estado decisivo, tenemos la oportunidad de marcar la diferencia”.
Como escribió un manifestante en su cartel frente al Capitolio: “El silencio nos hará reinos de pesadillas”. Arizona, escenario histórico de luchas migratorias, vuelve a ser termómetro de la resistencia democrática.