Parte del acuerdo de la OMS, propone una red logística internacional para agilizar la cadena de suministro médico durante emergencias. Foto: Cortesía / Freepik
Tras más de tres años de negociaciones tensas y en un contexto geopolítico fracturado, los 194 Estados miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) alcanzaron un acuerdo vinculante para preparar al mundo frente a futuras crisis sanitarias. El pacto, anunciado en la madrugada del miércoles, busca corregir los errores expuestos durante la pandemia de COVID-19, que dejó más de 20 millones de muertes y reveló grietas en los sistemas de salud globales.
El acuerdo, descrito como “un gran paso adelante” por la OMS, incluye medidas para prevenir brotes, detectar patógenos emergentes y garantizar una distribución equitativa de recursos. Entre sus pilares destacan la creación de un sistema global de acceso a muestras de patógenos y la distribución de beneficios derivados de su investigación, como vacunas y tratamientos. Además, propone una red logística internacional para agilizar la cadena de suministro médico durante emergencias.
“Este pacto es un reconocimiento de que ningún país está seguro hasta que todos lo estén”, declaró el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien recordó que la COVID-19 demostró la necesidad de cooperación frente a “amenazas que ignoran fronteras”. El texto también enfatiza la necesidad de fortalecer sistemas de salud locales, particularmente en países de ingresos bajos, donde la falta de infraestructura exacerbó los efectos de la pandemia.
Te puede interesar: Temen resurgimiento de tuberculosis en el mundo ante recortes de USAID
El logro llega en un momento crítico para el multilateralismo. Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, abandonó las negociaciones en febrero tras retirarse de la OMS, una decisión que generó escepticismo sobre la viabilidad del acuerdo. A pesar de esto, el resto de los países mantuvieron el rumbo. “Es una demostración de que, con o sin EE.UU., el mundo puede unirse ante crisis comunes”, afirmó Nina Schwalbe, fundadora de Spark Street Advisors, en diálogo con medios internacionales.
No obstante, el camino no está exento de obstáculos. Departamentos de salud estatales y locales en varios países han expresado preocupación por el “caos” generado tras el abrupto fin de las subvenciones federales implementadas durante la COVID-19. “La incertidumbre financiera dificulta la preparación”, advirtió un representante anónimo de un sistema de salud europeo, reflejando una tensión clave: cómo sostener financieramente estas medidas a largo plazo.
El acuerdo introduce mecanismos innovadores, como el BioHub de la OMS, una plataforma para compartir materiales biológicos entre países, y el Fondo contra Pandemias, diseñado para movilizar recursos ante emergencias. Sin embargo, organizaciones de la sociedad civil han cuestionado la influencia de actores no estatales, como la industria farmacéutica, en la redacción del texto. “Debemos evitar que intereses comerciales secuestren la salud global”, alertó un informe reciente de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales.
El pacto será sometido a votación en la Asamblea Mundial de la Salud en mayo, donde se espera su aprobación formal. Si bien el texto no resuelve todas las disputas —como la propiedad intelectual de vacunas—, sienta un precedente al priorizar la equidad. “Aprendimos que sin acceso justo, los virus mutan en las regiones desatendidas y vuelven a afectarnos a todos”, subrayó un delegado africano durante las negociaciones.
¡Únete a nuestro canal de Facebook! Entérate primero que nadie de las noticias
El éxito del acuerdo dependerá de su implementación. Expertos advierten que, sin financiación sostenible y voluntad política, podría quedar en letra muerta. La OMS, que enfrenta recortes presupuestarios de donantes clave, necesita duplicar sus esfuerzos para mantener la cohesión global. Mientras tanto, la sombra de nuevas variantes y la creciente desconfianza en instituciones internacionales añaden urgencia al desafío.
En palabras de Tedros: “COVID-19 nos enseñó que la preparación no es un gasto, sino una inversión en nuestro futuro colectivo”. El mundo, ahora, observa si las lecciones del pasado se traducen en acciones concretas o repiten los errores de un sistema que aún lucha por sanar sus heridas.